Tom
Peters es un ciudadano
inglés que afirma ser un perro. De hecho, no sólo camina a cuatro patas, sino que va
disfrazado como un dálmata. Además, duerme en una casita para perros y, lo
deben de estar imaginando, ladra cuando se enfada. El tipo pide ser
considerado transespecie. En cualquier otro tiempo, este ser mononeuronal
habría sido enviado al manicomio más cercano. Una simple llamada al loquero hubiese
sido suficiente para alejarlo, y para siempre, de los humanos.
Pero vivimos tiempos extraños en los que cualquier demente con aspecto
apayasado es invitado a la tele para hablar de su tara. El señor Peters. Spot es su nombre como mascota-tiene cara de bobo, de bobo absoluto e
irreparable. Es obvio que el hombre
perro no tiene toda la culpa.
En nuestro reino
las taras también cotizan al alza. Sin ir más lejos, Antena 3 Deportes
vende como una hazaña que una mujer nade en una charca infecta metida en un
saco. El lector inteligente se estará
preguntando, siempre hay gente razonable en este mundo, por la decadencia
televisiva. La respuesta es simple: la tele ha muerto porque los hábitos de la
población han cambiado. Ahora preferimos informarnos por otros canales como youtube
y el entretenimiento lo hallamos en grandes plataformas como HBO,
Netflix o Amazon Prime. Hoy somos nosotros los que elegimos los contenidos. La televisión a la carta ha terminado por poner el último clavo en el
ataúd de los medios generalistas. Incluso cuando Sandra Golpe- en la
cabeza se dio- sale a anunciar el liderazgo de su cadena, la información es
totalmente ficticia. Les cuento; en España
hay 4500 audímetros que están colocados en 4500 televisores. Si de ese número
de teles hay 300 aparatos conectados a la Sexta de 15 millones, pues
hay un millón de espectadores viendo esa cadena. Pero, como les digo, ese dato
es completamente falso. A día de hoy los anunciantes, que prefieren pagar a
influencers para que consuman un refresco en uno de sus vídeos en los que
salen ligeritas de ropa, jamás apuestan por unos medios cuya audiencia corresponde
a un perfil determinado: televidente de más de 65 años, de escasa formación
intelectual y más bruto que un arado.
Para tratar
de ganar audiencia, los medios generalistas apuestan siempre por el triángulo
de las Bermudas informativo: cambio climático, el volcán de la Palma,
cuyos habitantes siguen esperando las ayudas anunciadas por Pedrito Sánchez
y el apagón que está siempre a la vuelta de la esquina donde ejercen las puñeteras
madres de estos visionarios. Y si lo del apocalipsis falla, montan un circo
alrededor de una tragedia como la del niño Julen en Totalán. Todo
por la audiencia. Todo por la pasta. El engaño tuvo la respuesta habitual del
populacho que mordió el anzuelo: “Julen resiste, aquí te esperamos”.
Una historia truculenta marcada por la
puerilidad popular de una sociedad que lo mismo se traga las promesas electorales
de la secta del capullo, que condena a Dolores Vázquez sin prueba alguna
por un asesinato que no cometió. La
magia informativa.
La televisión,
más que les pese, ha muerto y tanto los canales autonómicos como los generalistas
sólo siguen emitiendo por las inyecciones económicas que les conceden los gobiernos de turno. Evidentemente para asistir al funeral definitivo
de estos medios necesitamos que usted controle el mando a distancia para
evitarlos. Les aseguro que ese aparatito funciona como una pistola. Así que
como decía la canción del grupo Los Elegantes: “Apunten y fuego”.
Sergio Calle Llorens