De las
últimas revelaciones se desprende lo siguiente: el Rey emérito cuando folla,
no falla. Les hablo del secreto de alcoba que han hecho público sus amiguitas.
Señoras que han llegado a declarar que el monarca las dejaba siempre satisfechas y que les hacía, como el Molino de Barcelona, pases de mañana, tarde y noche.
Don Juan
Carlos es, ya podemos
decirlo, el rey de las camas. Un machote al que le gusta mucho el tema de la
coyunda. A resultas de todo esto, he de confesar que me identifico mucho con este
personaje. No solamente porque detesto cualquier ejercicio físico que no vaya
destinado al orgasmo, sino porque defiendo la posición de tener a las mujeres
en todas las posiciones posibles. Soy como el borbón; una
fiera en el lecho y nunca he tenido que pagar, a diferencia de los socialistas
andaluces, por sexo.
En serio,
entiendo muy bien a nuestro monarca que, al tiempo que beneficiaba a España con
su reinado, se iba beneficiando a todo lo que se meneaba. ¡Algo complicadísimo!
Pensemos que la gente folla mal y poco, pero nuestro Juanito no entra ni
el grupo de malafollás, ni en el de los que chingan menos que los teletubbies.
El sexo,
el buen sexo, es el arte de llevar a tu pareja al séptimo cielo sin pasar por
el infierno. No todo
el mundo conoce los entresijos: hay que ser ardiente como las ascuas de la
chimenea, imaginativo al nivel de un buen novelista y estar siempre dispuesto a
usar la lengua al estilo de los jabalíes que buscan trufas con desesperación en los suelos de nuestros bosques. Al
buen amante nada le detiene y cualquier hora es buena para una buena refriega.
Don Juan
Carlos y un servidor
hemos llevado a muchas damas a la gloria de la liga de campeones. Pero luego éstas
se niegan a volver a disputar sus encuentros en segunda. De ahí que nos hayan
llovido los problemas con el sexo femenino a lo largo de nuestras vidas. Les hablo de venganzas personales. Creo que es justo reconocer que ha habido
mucho desagradecimiento a los servicios que ambos hombres hemos prestado al sexo
femenino. Ya va siendo hora que ellas enmienden el inmenso error cometido.
Me hace
mucha gracia que el mundo del periodismo, o como se llame ahora, se rasgue las
vestiduras por las hazañas sexuales del emérito. No hay tertuliano que no saque el tema para
cerrar con un: “había otra amante por ahí, pero hasta ahí puedo leer”. Cuando
todos sabemos que, de conocer la identidad de la susodicha, el dicharachero reportero iba a soltar su nombre
en todas las televisiones del mundo. ¿Ven cómo algunos sólo usan la lengua para
decir chorradas? En fin, al César lo que es del César: Don Juan
Carlos es el rey del sexo y yo, que entiendo del tema, quería hacerle este
homenaje.
¡Va por
usted, maestro!
Sergio Calle Llorens
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