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viernes, 10 de septiembre de 2021

¡EL BULO DEL CULO!




Soy el único español al que echaron de un medio digital por un articulo crítico con Vox. Sin embargo, le agradezco a esa formación política que apoyase al nuevo gobierno de la taifa del sur a la que, por cierto, nunca he querido pertenecer. Este hecho le da un valor doble a lo que aquí le dejo escrito. Y me da igual que usted sea un honrado come-almohadas, un heterosexual encantado de haberse conocido, un bujarrón profundo o un sectario de otro mundo. Lo importante, al menos para mí, es que ponga todos sus sentidos en la comprensión lectora.

La falsa agresión homófoba de Malasaña no fue creída por la policía en ningún momento. Sin embargo, el bulo del culo- candidato a hashtag del año- fue utilizado por Pequeño Marlaska para atacar a sus enemigos políticos. No es la primera vez, ni será la última. Les recuerdo el falso informe policial que el ministro presentó para justiciar las agresiones físicas a miembros de Ciudadanos a manos del colectivo LGTB.  Seis vergonzosos folios sin firmar y sin membrete que negaban la mayor.  El escrache, que vio todo el mundo, fue pasado por alto por el  titular de Interior que, como su presidente, odia a aquel que no vota a la secta del capullo. De tal guisa que los delitos de odio son tales si atañen a personas afines a la ideología de los miembros del ejecutivo porque las amenazas a los del PP en el País Vasco, las agresiones a chicas con las camisetas de la selección española en Barcelona o las pedradas a los simpatizantes de Vox en Vallecas son catalogadas de provocaciones por parte de los agredidos.

 La seriedad del asunto se agrava cuando este gobierno presenta a España como a un país donde supuestos miembros del KKK salen a la calle a diario para cazar a inmigrantes y a homosexuales.  Así no hay manera de vender nuestro destino en el extranjero.  El ejecutivo viene a demostrar esa máxima de cuando te mueres, no sabes que estás muerto, no sufres por ello, pero es duro para el resto. Lo misma pasa cuando eres imbécil.

Pero nos desviamos del asunto central; el bulo del culo. Y es que hay que estar muy mal del tarro para dejarse tatuar en las nalgas la palabra “maricón”.  Aunque he de reconocer que la falsa víctima, a pesar de su juventud, sabía que medio país caería rendido a sus pies por denunciar un ataque homófobo de tal magnitud. Incluso no descarto que barruntara la posibilidad de que algún colectivo iniciase una recogida de firmas para ponerle una calle en Madrid. A fin de cuentas, en la vida no se trata de ser el mejor sino inolvidable. Y al del bulo del culo no lo vamos a olvidar jamás.

Sergio Calle Llorens

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