Marbella es la perla de Málaga. El diamante de
la Costa del
Sol con su sierra al norte y su mediterráneo al sur. Una maravilla de ciudad,
un enclave con alma monagesca en la que puedes desayunar junto a una estrella
de Hollywood y cenar rodeado de mafiosos. En sus calles se pueden cerrar ventas
de armas como el que coge limones de los árboles. Es tan natural el exceso como
la cantidad de porches y vehículos de alta gama que uno ve cabalgar por sus
avenidas. Viví dos años maravillosos en esa ciudad malagueña, no muy lejos del
cerebro del robo al tren de Inglaterra al que, por cierto, asesinaron a muy
pocos metros de mi vivienda. Nunca apresaron al británico que le quitó la vida.
Como en el resto de la provincia que más
aporta a la taifa del sur, uno no sabe muy bien donde termina la ciudad y
empieza la siguiente. En verdad, la
Costa del Sol es una macrourbe de la que sólo se acuerdan
para recaudar su dinero. Marbella que es la única ciudad de España con 150.000
habitantes que no tiene conexión ferroviaria. La desgracia de pertenecer a una
comunidad que no entiende al mediterráneo.
En Marbella uno encuentra cualquier cosa que
se esté buscando, menos inocencia. Sencillamente a la perla malagueña le
robaron porque a sus habitantes les pareció bien que un payaso populista como
Jesús Gil se hiciera con las riendas del ayuntamiento para, según su propia
versión, vender sus pisos y los de todos. Y eso hizo, saltándose a la torera
todas las leyes urbanísticas, comprando voluntades en la Junta de Andalucía y, de
paso, vaciando las arcas del consistorio marbellí para engrosar las cuentas
corrientes de la familia Gil. El caso camisetas en el que el dinero de los
marbellíes llegó a la hucha del club Atlético de Madrid a las 12 de la noche y,
a las 8 de la mañana, esa lluvia de millones había desaparecido por arte de
magia. Cuando a alguien le roban una vez, es mala suerte, cuando le roban una
segunda, todo puede ser un cúmulo de circunstancias, pero si el individuo sufre
un tercer robo y, de la misma mano, entonces sólo nos queda una explicación
posible: el ciudadano en cuestión es tremendamente gilipollas. Y eso es
precisamente lo que aconteció en Marbella. El caso de la perla malagueña viene
a demostrar que el lujo no es siempre sinónimo de inteligencia.
Que nos venga ahora la alcaldesa de Marbella,
María Ángeles Muñoz a pedir que las escasas indemnizaciones del caso Malaya
vayan a parar a las arcas del ayuntamiento, es un insulto a la inteligencia.
Después de todo, los marbellíes hacían de puta y pagaban la cama para hacer, y
a diario, el ridículo en todas las televisiones mundiales. España no le debe
nada a Marbella, de igual forma que no está en deuda con Andalucía, pues son
sus habitantes los que se dejan robar a diario. Aquí la teoría de que el pueblo
es inocente, no cuela. Puede que algunos se dejen engañar porque van a Puerto Banús
a tomar café y los lugareños, que son de todas partes, les cuenten milongas sobre el pretérito. La realidad, por supuesto,
era la siguiente; señoras babeando por donde iba Gil y sus concejales,
babosos bailando al ritmo que marcaba el
gordinflón, periodistas de rodillas y, sí, la soledad de grandes hombres como
Félix Bañón que denunció desde el primer día las intenciones dolosas del otrora
presidente del Atleti. Marbella postrada riendo los comentarios racistas y
asquerosos de un delincuente trasnochado.
Yo estuve allí y lo viví de primera mano. No
me hace falta que ningún meapilas venga a contarme nada. Marbella vendió su
alma al diablo, como hizo Fausto, y ahora no tiene nada que reclamar. Pagó su
precio y Belcebú se cobró su pieza. Que yo sepa, los acuerdos con el maligno no
tienen efecto retroactivo. La alcaldesa de Marbella, sencillamente, no tiene ni
puta idea al pedir compensaciones a Marbella. La culpa es de su pueblo que
permitió el latrocinio.
Sergio Calle Llorens
¡Bingo!, Sergio. Disparo en el entrecejo. Verdad como puño.
ResponderEliminarAunque ya hayan pasado más de 100.000 personas por las páginas del blog que se suman al las 300.000 de mi anterior blog, mi opinión es muy minoritaria. Viví aquel episodio marbellí de primera mano y sé de lo que hablo. En cualquier caso, el dinero de las indemnizaciones de los condenados del caso Malaya irá al Estado y, éste decidirá sí el dinero lo remite al ayto de Marbella. Veremos pero mi opinión es clara al respecto. Saludos amigo.
EliminarEl lujo querido, no es sinónimo de inteligencia , parece que en eso estamos de acuerdo. Siempre que veo a gente con mucho dinero, me digo lo mismo " Si no es heredado, seguramente toda esa riqueza viene del dolor y sacrificio de otros".Marbella todos sabíamos en lo que casi todos, por hacer alguna excepción, estaba podrida hasta el tuétano. El pueblo era cómplice junto a las instituciones corruptas, Junta de Andalucia y ayuntamiento, aquello era la gallina de los huevos de oro. Estas sentencias paupérrimas, me las esperaba, ya que todos sin excepción están pringados. En cacolandia ( España) mientras mas robes mejor te tratan.
ResponderEliminarSaludos