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jueves, 16 de junio de 2022

¡ DE HABERLO TENIDO!

 



De haber tenido más tiempo le habría escrito una carta más corta. Después de todo lo único que tenía de especial era mi forma de mirarla. De ser el tiempo más largo jamás habría creado un personaje basado en esa mujer. La misma que se declaraba progresista y muy de izquierdas pero que, en el fondo, era tremendamente clasista y retrograda.  

De haber tenido más seso, nunca habría permitido que entrase en mi vida como un elefante en una cacharrería. Ella fue un huracán que arrancó los cimientos del castillo de naipes de mi vida llevándose hasta los dulces recuerdos que olían a jazmín. Después de aquello nada fue igual. Sin muros para protegerme de los ataques externos las colinas vecinas dieron eco a la canción desesperada mientras su desprecio cerró en torno a mi cuello la soga final. Hubo aplausos. Muchos aplausos.

De haber tenido más luces jamás habría publicado una de mis obras con esa editorial porque es más probable que una nave alienígena aterrice en la Playa la Malagueta que Ediciones El Genal me pague los derechos de autor. El continuo desprecio a la decencia deja a los escritores a los pies de los caballos. No es nada personal, o eso creo, porque al mismísimo Cervantes le hubieran tratado igual.  La profesión de editor encubre muchas veces una multitud de pecados. Verdades absolutas. Verdades innegables. Realidades incómodas.

De haber tenido más tacto diplomático los conflictos se hubiesen derretido como la escarcha al amanecer. Puedo lamentar lo ocurrido pero las cosas han ido demasiado lejos por la cortedad de miras de unos cuantos. No mencionaré para nada, claro está, la participación de los cómplices en los desprecios a este humilde escritor.

De haber tenido tiempo habría entendido que las desgracias ocurren de la manera más tonta;  un encuentro casual con un antiguo compañero de colegio o  una llamada de una antigua novia de la universidad. Pasado que viene a enredar el presente. 

Hoy, muchas lunas después, me siento como Sean Thornton, ese personaje fordiano que  harto de luchar vuelve a Irlanda buscando la paz. Porque en el fondo todo se reduce a eso; un trozo de tierra, unos paisajes verdes, unos amigos amables y un mar azul en el que perder la mirada. Ya no tengo miedo de la pelea sino de mis propios puños y ahí emparento con el marido de Mary Kate. De haber tenido más tiempo. De haberlo tenido…

Sergio Calle Llorens

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