La Axarquía
es la Toscana malagueña. La comarca donde la luz intensa del Mediterráneo
se torna dulcísima en la otoñada. La misma que ahora cae sobre las calas ensortijadas
y las casitas encaladas. Entre el cielo y el mar se extiende este singular edén.
Aquí el paso lento de las nubes encaja a la perfección con la ternura azulada
de la bóveda celestial que se asoma sobre los acantilados que protegen unas
playas virginales y límpidas.
En la Axarquía el tipismo es una seña
de identidad presente y no un recuerdo lejano. Por eso es un placer caminar por sus estrechas
calles empinadas, con sus ventanas pobladas de coloridos geranios junto a la iglesia del Rosario en el Borge. Piedras antiquísimas como el Puente romano de Sedella o las ermitas junto al mar cuyas campanas
siempre tocan por el eterno descanso de los marineros que perdieron la vida en
alta mar.
El condado, en el que el cielo adquiere a
levante unos tonos morados y un intenso bermejo a poniente, es un homenaje para
los sentidos, como el aceite verdial de Periana, la incomparable pasa y
el rico mango que hacen de la zona un destino gastronómico de primer orden.
Huerta, laberinto de vides, aguacates, almendros, naranjos y limoneros que nos
alejan del triste escepticismo.
La
Axarquía es el amor por las cosas bien hechas, el lento trascurrir de las tradiciones añejas. Coquetas calas y torres vigías que
observan discretas cómo las nieves derretidas de Sierra Tejeda caen en una
catarata inmensa en la patria salada.
En este paraíso
terrenal hay una luz amoratada sobre el país y el crepúsculo es un desmayo
que se desenfoca en la vaguedad del infinito. A veces escucho el arrullo del mar
mecido por un viento de tierra, fresco y tímido, que alcanza al misterio acaramelado
de la existencia. Silencios campestres: Frigiliana, Cómpeta, Nerja,
Macharaviaya y todos los pueblos de la comarca tienen un encanto singular. Tampoco se puede olvidar el bello hechizo que producen las
Cuevas de Nerja y la del Tesoro en el Rincón de la Victoria-
la única gruta de origen marino del mundo que se puede visitar- cuyos aires guardan
los arcanos del origen del ser humano.
La Axarquía es, al igual que nuestra
moneda, el axarco, un milagro en el que las desgracias quedan amortiguadas
y las catástrofes aplazadas. Un vergel de la región de Málaga que nadie
debería perderse.
Sergio Calle Llorens
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