Juan Pablo
II pedía a los jóvenes
no tener miedo. Borgoglio, en cambio, produce un inmenso pánico. Wojtyla
era la cara del bien y Francisco encarna como nadie el rostro del mal.
El polaco era una paloma blanca. El argentino es un cuervo negro. El primero
era muy amigo de España. El segundo le tiene una ojeriza contumaz a
nuestro país. Sin embargo, hay un grupo
considerable de personas, generalmente de poca solidez de entendederas, que
apoya cualquier majadería que salga de la boca del actual jefe de la iglesia
católica. La penúltima es pedir perdón a México por la conquista. El "Santo Padre" podía haberse acordado del exterminio de los pueblos nativos en Norteamérica
o en Australia. También podría haberse disculpado por el genocidio perpetrado
por Argentina- cinco minutos después de independizarse de la madre
patria- en la sanguinaria campaña del desierto comandada por Julio
Argentino Roca cuya imagen, por cierto, sigue apareciendo en los billetes
de cien pesos. Pero no, el Papa Paco tuvo que escribir una extraña carta en la que culpaba de todo a los españoles.
En verdad, me
fascina que el personal siempre se decante por el tipo más malo. En el Vaticano, nombre que deriva de una planta
alucinógena que se encontraba en las montañas de Roma, ya se están arrepintiendo
de su elección. Porque el Papa, aunque tiene un arie distinguido, se les
ha ido cretinizando con su peronismo barato, fábrica de todas las desgracias, y
su querencia por todos los tiranos como los hermanos Castro, Maduro y los
hideputas de los mexicas. A estos últimos los venció Cortés con
la ayuda de los indios subyugados por Moctezuma.
Curiosamente
Borgoglio habla mucho sobre los derechos de la mujer, pero se niega a ordenar
a ninguna al sacerdocio. Paquito también habla de la pedofilia. Sin
embargo, si usted lee “Lujuria” de Emilio Fitipaldi- buen
periodista italiano- comprenderá que el argentino ha hecho muy poco contra los
abusos sexuales cometidos por su gente. Francisco habla y habla, pero no dice nada que valga la pena. A lo sumo encuentra las
palabras justas para quedar bien con la audiencia: “Chi sono io per
giudicare a un gay”. Ovviamente nessuno.
El Papa
Paco sólo tiene palabras hirientes contra la vieja piel de toro. Incluso cuando
viene de visita, cosa rara porque nos odia con toda su alma, dice ir a Santiago
de Compostela, pero no a España. Y cuando daba ánimos a las víctimas del
volcán de la Palma, mencionó a las Islas Canarias, pero obvió el
nombre del país al que pertenecen. Ese que realizó la primera campaña de
vacunación de la historia- la expedición Balmis de 1803- llevando
la vacuna de la viruela a América y a Asia. La misma nación que
construyó treinta universidades y diecisiete colegios mayores, además de incontables
escuelas en el nuevo mundo. La primera universidad fue fundada en 1538 en Santo
Domingo. De hecho, Portugal no creó ninguna universidad en su época
colonial y los holandeses crearon una ya entrado el siglo XX. Así que son otros
los que deben pedir disculpas. Entre ellos la cotorra argentina por estar
siempre del lado equivocado de la historia. Tal vez así, cuando haya que
escribir su epitafio, los españoles, a los que nos enseñaron a hablar bien de
los muertos, podamos decir aquello de: ¡Borgoglio ha muerto! ¡Bien!
Sergio Calle Llorens
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