Hans
Christian Andersen es uno de los escritores más afamados del mundo. Su vida
estuvo marcada por una infancia donde la suciedad, la pobreza, la prostitución
y la promiscuidad eran el pan nuestro de cada día. Sin embargo, la historia del
mayor cuentista del mundo está plagada de enigmas.
Biografía secreta: Su abuelo paterno estaba loco y el materno
era un enfermo patológico. Es más, el niño Hans Christian sentía pavor cada
vez que se lo encontraba por las calles de Odense. En su autobiografía, el
cuento de mi vida, apuntó a que sólo una vez le dirigió la palabra, y que su
abuelo en estado de delirio, le contestó con palabras inconexas, como
refiriéndose al vacío. Su abuela materna
era prostituta y tuvo tres hijas de tres maridos diferentes. La mayor de todas
comenzó vendiendo su cuerpo hasta que pasó a regentar un burdel en
Copenhague. Anne Marie, la madre de
Hans, también ejerció de aflautadora de miembros viriles, y cobraba por ello. Luego se casó con un zapatero mucho más joven
que ella. De hecho le doblaba la edad y tuvo muchos problemas con el alcohol.
Fue su padre, al parecer, el que estimuló su imaginación leyéndole cuantos en
voz alta antes de ir a dormir. De
carácter tímido, pasaba horas jugando en la naturaleza y evitando a sus
compañeros de clase que le acosaban en la escuela llegando, incluso, a bajarle
los pantalones para ver si, en realidad, era un niño. Y es que el cuerpo
desgarbado y sus ademanes amanerados no le hacían un chico muy popular. Eso le
hizo refugiarse en el teatro llegando a
construir un pequeño escenario para sus marionetas. Cuando murió su padre a la
edad de 34 años y era velado en la cocina de casa en medio de un silencio
sepulcral, su madre le dijo señalando la
garganta de su padre: “Allí están las
huellas de las uñas del diablo que vino a llevárselo”. Esa escena le
persiguió toda su vida en la que temió tanto volverse loco, como la muerte. Una experiencia traumática para un chaval de 14 años
que ya conocía lo que era vivir debajo de un puente.
Sin embargo, hay algo que
no encaja en esta historia que, aunque cierta, tiene una parte muy intrigante.
Y es que según el historiador Jens Jörgensen, los verdaderos padres no fueron un
zapatero y una mujer con la virtud en alquiler, sino el Príncipe de Dinamarca
Christian Fredrik y la baronesa finlandesa Elie Ahlefeldt- Laurvig. A día de
hoy yo me sigo preguntando si la tesis de Jörgense es falsa por qué fue
bautizado por un cura y no por el vicario como todos los niños pobres de
Odense. ¿Por qué si era el hijo de un zapatero podía ir al castillo de Odense
para jugar con el príncipe Frits? ¿Por qué fue becado en la escuela latina de
Slagelse si siempre había sido un pésimo estudiante? ¿Por qué fue enviado a la
escuela latina de Slagelse? Y, finalmente, ¿Por qué fue nombrado oficial siendo
todavía un estudiante en Kongens Livkorps, cuando es un título que solo se
concedía a los hijos de la nobleza? Todo indica que los verdaderos padres de
Andersen fueron el príncipe Christian Frederik, de 18 años, y la baronesa
finlandesa Ellise Ahlefeldt de 16 años de edad, los cuales habrían mantenido
una relación secreta. Esto, unido al hecho de las concepciones morales de la
época, hizo que tuvieran que entregar al niño en calidad de hijo adoptivo a una
familia de zapateros.
·
La Obra de Andersen: Desgraciadamente la obra del genio
danés es, aunque parezca sorprendente, más conocida por las versiones Disney de
sus libros que por la verdadera esencia de los mismos. Pero qué hacían sus escritos tan buenos. El
danés rompe con la tradición de Perrault o los hermanos Grim que recopilan
cuentos para niños para, de una forma eficiente, usar una prosa poética que
cautivara a los peques. Y es que Andersen escribía como si fuese a relatar a
los infantes esas historias. De hecho, muchos críticos no supieron ver el
talento del danés que terminaría engatusando a todos. Sin embargo, uno de sus
mentores le dijo que sus cuentos de hadas no sólo le harían famoso sino que le
regalarían la inmortalidad. El danés pronto se percató de que para
ser estimado por sus coetáneos tenía que quitar la coletilla de cuentos para
niños. Historias donde combina
magistralmente lo folclórico, lo personal y lo religioso.
EEn algunos vuelca sus propias frustraciones como en el patito feo, la cerillera, la tetera o el soldadito de plomo. Incluso la propia Sirenita tiene que ver con Hans y es que éste le había declarado su amor a Edward Collins, su editor, y al verse rechazado tuvo la idea de crear una historia en la que una sirena se enamora de un apuesto príncipe con el que no puede consumar su amor al no tener el conducto adecuado. Sólo cuando es transformada en mujer por una bruja, ese amor puede hacerse realidad. Sin embargo, cada vez que daba un paso, las nuevas piernas de la otrora sirena le dolían como si millones de agujas le pincharan en sus piernas, Sólo con su muerte, la sirena se desintegra volviendo a la mar en forma de espuma. Como vemos el escritor se colocó a sí mismo en el papel de Ariel: frágil y sin voz para expresar su amor, aunque siempre dispuesto a sacrificarse. Por otra parte, la princesa del otro reino se refiere a la mujer con la que se casó su amigo. El propio Andersen en sus cartas dejó escrito que parte de su alma se había ido con Collins. Otro desengaño amoroso dio lugar a la obra el Ruiseñor. Y es que el danés se enamoró perdidamente de Jenny Lind, una cantante sueca de ópera que, al conocer las intenciones amorosas del escritor, le respondió regalándole un espejo. Hans lo usó para mirarse en él en todos los ángulos posibles. Su reflejo le hizo comprender el duro mensaje de Lind. Por otra parte, el soldadito de plomo fue una obra pensada para el bailarín danés Harald Scharff, quien se lesionó una pierna y tuvo que abandonar su carrera. Acabó casándose con una mujer en 1863. Hans Christian también escribió que nunca más volvería a enamorarse. Así que el escritor comenzó a escribir textos muy oscuros como la sombra que ningún padre, al menos que esté bien de la cabeza, tendría a bien leerle a sus hijos antes de dormir. La sombra se separa del hombre y se encuentran de nuevo al cabo de un tiempo. Cada vez la sombra es más humana y cosecha más éxitos, mientras que el hombre, sin embargo, solo logra desgracias. Una obra inquietante en la que trata del ser humano y su parte inquietante . La ligereza de la sombra es la representación más oscura del alma humana que, pese a todo, termina enamorando a la princesa.
EEn algunos vuelca sus propias frustraciones como en el patito feo, la cerillera, la tetera o el soldadito de plomo. Incluso la propia Sirenita tiene que ver con Hans y es que éste le había declarado su amor a Edward Collins, su editor, y al verse rechazado tuvo la idea de crear una historia en la que una sirena se enamora de un apuesto príncipe con el que no puede consumar su amor al no tener el conducto adecuado. Sólo cuando es transformada en mujer por una bruja, ese amor puede hacerse realidad. Sin embargo, cada vez que daba un paso, las nuevas piernas de la otrora sirena le dolían como si millones de agujas le pincharan en sus piernas, Sólo con su muerte, la sirena se desintegra volviendo a la mar en forma de espuma. Como vemos el escritor se colocó a sí mismo en el papel de Ariel: frágil y sin voz para expresar su amor, aunque siempre dispuesto a sacrificarse. Por otra parte, la princesa del otro reino se refiere a la mujer con la que se casó su amigo. El propio Andersen en sus cartas dejó escrito que parte de su alma se había ido con Collins. Otro desengaño amoroso dio lugar a la obra el Ruiseñor. Y es que el danés se enamoró perdidamente de Jenny Lind, una cantante sueca de ópera que, al conocer las intenciones amorosas del escritor, le respondió regalándole un espejo. Hans lo usó para mirarse en él en todos los ángulos posibles. Su reflejo le hizo comprender el duro mensaje de Lind. Por otra parte, el soldadito de plomo fue una obra pensada para el bailarín danés Harald Scharff, quien se lesionó una pierna y tuvo que abandonar su carrera. Acabó casándose con una mujer en 1863. Hans Christian también escribió que nunca más volvería a enamorarse. Así que el escritor comenzó a escribir textos muy oscuros como la sombra que ningún padre, al menos que esté bien de la cabeza, tendría a bien leerle a sus hijos antes de dormir. La sombra se separa del hombre y se encuentran de nuevo al cabo de un tiempo. Cada vez la sombra es más humana y cosecha más éxitos, mientras que el hombre, sin embargo, solo logra desgracias. Una obra inquietante en la que trata del ser humano y su parte inquietante . La ligereza de la sombra es la representación más oscura del alma humana que, pese a todo, termina enamorando a la princesa.
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Revelaciones: Igual que hoy sabemos que la abuela
de la cerillera era la misma abuelita de Andersen, también conocemos que el
escritor, además de bisexual que apuntaba sus experiencias onanistas en su
diario, solía viajar con una cuerda y una pequeña
campana. La cuerda era porque el escritor temía morir en un incendio y por eso nunca olvidaba meter una en su equipaje. El motivo de la campana
también estaba relacionado con la muerte. Y es que Hans también temía ser
enterrado vivo. Incluso llegó a escribir un trozo de papel que dejaba en la
mesita de noche de cada hotel que visitaba con el siguiente mensaje: “Sólo
parezco muerto”. Andersen que solía buscar en el extranjero el reconocimiento
que, según él, no le daban sus compatriotas, encontró en países como España,
Alemania o Italia a miles de personas dispuestos a dorarle la píldora. En
Málaga, su lugar favorito en nuestro país, la comunidad alemana le dio un
caluroso recibimiento en su visita a la ciudad como hoy recuerda una estatua de
Andersen donada por la comunidad danesa de Málaga a la ciudad. También suele
suceder las relaciones que tuvo el danés con Charles Dickens con el que se
quedó cinco semanas y que, según reconoció el inglés, fueron como un siglo.
Andersen, que nunca llegó a tener su propia casa algo, tenía un carácter
difícil y era tan hipocondriaco que resultaba tarea difícil aguantarlo. Murió sólo y triste demostrando que, en
realidad, el patito feo era él. Leer sus cuentos
es el mejor homenaje que podemos hacerle.
Sergio Calle Llorens
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