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martes, 4 de julio de 2017

UN HERMANO

Murióseme  un hermano mío
Y las únicas campanas que tocaron
Fueron las que más vino le vendieron

Murióseme un hermano mío
Aquejado de un tremendo frío
Sin saber que la moza era rocío

Murióseme un hermano mío
Degustando el eterno vino blanco
Recostado en su triste banco

Murióseme un hermano mío
Que amó más al licor de la botella
Que a cualquier bella doncella

Murióseme un hermano mío
Que al dormir con su esposa
Lo llamaba el sueño de Morfea

Murióseme un hermano mío
Amante de la tradición sajona
De dormir siempre la mona

Murióseme un hermano mío
Que tanto odiaba la famosa agua
Que se bañaba siempre con piragua

Murióseme un hermano apocalíptico
Licenciado y con licencia
De tener  esta querencia

Murióseme un hermano pinturero
Amigo fiel del buen camarero
Al que exigía; “el vino lo primero”

Murióseme un ocurrente hermano mío
Que pudo gritar bien contento;
Jamás probé el líquido elemento

Murióseme el pejiguera
Que llamó al vello púbico de la china
Mis preciosos rollitos de primavera

Se fue señalando la nariz de Mariano
Porque aquello no era tabique nasal
Sino el famoso muro de Adriano

Barrunto que aún estando difunto
Ha montado en el cielo dos tabernas
Que hacen de bodegas Quitapenas

Lo imagino subido a un gran atril
En compañía de ese viejo tocayo
Y bebiendo buena cerveza de barril

Ya ha comenzado a correr el Málaga
El pajarete, el moscatel y el cartojal
San Pedro, alegre, sostiene un lágrima

Mis lágrimas son estos versos de homenaje
Para el hermano que se lo bebió todo en vida
Y en el otro barrio seguirá con la movida.

*Este trabajo forma parte de la Colección de poesía libertaria; Saoirse

 Sergio Calle Llorens

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