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domingo, 14 de diciembre de 2014

LAS LÁGRIMAS DE MARC


El piloto Marc Márquez ha anunciado entre lágrimas que seguirá pagando sus impuestos en España. Lo de su residencia en Andorra queda para mejor ocasión. Es obvio que la presión mediática ha sido muy fuerte para el motociclista con nervios de acero. Cada uno se siente seguro en un medio y, el del catalán es la curva de la velocidad al límite con la que se juega la vida en cada carrera. Lejos de la carretera, el chaval parece haber achantado. Es joven, no hay nada que se le pueda recriminar.

Sin embargo, la primera obligación de un ciudadano que vive bajo el yugo del gobierno de la Generalitat o, por supuesto, de la Junta de Andalucía, es llevarse el dinero lejos de esa pandilla de cuatreros que asalta las arcas regionales. No estamos ante el caso danés donde los ciudadanos pagan el 53% de sus ingresos al estado, ya que en ese rincón escandinavo, los sufridos pagadores reciben mucho a cambio. Cataluña, por su parte, lo gasta casi todo en paparruchas identitárias. Andalucía, a la vez, aplica el latrocinio institucionalizado y, según los jueces, no hay departamento que no sufra atraco por parte de los de la secta del capullo.

En la vida debe existir una relación calidad precio. No podemos pagar impuestos a lo nórdico y recibir servicios propios de Marruecos. Además, España es un país que encumbra al vago y sangra a todo aquel que tenga un talento natural para hacer algo; Contador y otros deportistas españoles ven en el injusto sistema fiscal nacional un asalto a sus futuros económicos cuando la ley de la vida marca sentencia. Para salir de la pobreza no hay que fomentar la vagancia, ni la miseria que reparte el socialismo de sus ruinas. Se trata de apoyar un sistema justo que favorezca a todos los que triunfan para que, como imaginan, nunca tengan que abandonar el suelo patrio por una clamorosa injusticia. Secundar a los que quieren hacerse ricos, no destruirlos.

En verdad, lo que le pasa a muchos de nuestros compatriotas es que no soportan que los demás tengan éxito. Yo, que jamás he sentido envidia por la fortuna de los demás, y eso siendo español debe significar algo, no comprendo esa mala uva con los triunfadores. Esa tirria porque un chaval quiera asegurarse una jubilación tranquila lejos de la mafia catalana o andaluza, es algo, ya les digo, incomprensible. En Andalucía, por ponerles un caso fragrante, la ley de donaciones es un atraco a mano armada. Y es que una vida trabajando para que luego los miembros del PSOE se lleven todos tus ahorros. De ahí que la mismísima Duquesa de Alba que, sería muy sevillana pero de tonta no tenía un pelo, pagó esos impuestos en Madrid ya que cuenta con unas tasas mucho más laxas.

En Ámsterdam, ciudad que adoro, las casas no suelen tener cortinas y uno puede contemplar, a gusto, todo lo que ocurre dentro de ellas. De esta forma sabemos los éxitos de una familia trabajadora capaz de llenar la mesa con exquisitos manjares. Su Dios es, por así decirlo, un tipo que favorece al trabajador y, de ahí que no le importa mostrar los frutos de su sudor. Nosotros, en cambio, hemos heredado un Omnipotente que parece que se avergonzara de los logros del personal. Una especie de pecado que nace en el momento que tenemos más que los otros. Y así, no hay manera de crear una sociedad más rica.

Que los hijos de perra se quieran llevar nuestras perras, ganadas con sangre, sudor y lágrimas no es de recibo. Que la turba incompetente clame contra los ricos como responsables de su pobreza, es un insulto a la inteligencia. Y que Marc Márquez haya reculado en su intento de ganarse el favor del público, es una muy mala noticia porque la masa se envalentona. Sí, hay que hacer todo lo posible por no pagarle un euro a regiones tan corruptas como Cataluña o Andalucía ¿Adónde vamos a parar?

En un país donde la palabra emprendedor se usa para sustituir la de empresario, por aquello de no ofender al incompetente, la solución se me antoja harto difícil. Empero, hay que empezar a enseñarle al populacho el gusto por desayunar con champán francés. La querencia por los hoteles de cinco estrellas. El gusto por el trabajo bien hecho. El placer de reconstruir nuestras vidas cuando nos arruinamos. El gozo por los trajes hechos a medida. El deleite de viajar en primera rodeado de bellas azafatas. En definitiva, todo aquello que desconocen por su manifiesta incapacidad a exigir todo a cambio de nada. En definitiva, marcar el camino a la turba para que, entre otras cosas, Pablito Iglesias no nos marque con una X la casilla de actividades revolucionarias en nuestra declaración y, ya de paso, la cuneta en donde piensa arrojar nuestros cadáveres. Hoy son las lágrimas de Marc, mañana pueden ser las nuestras. Disfrutemos de la vida y las delicias de hoy como si no existiera un mañana.

Sergio Calle Llorens

2 comentarios:

  1. Tampoco hay que matarle por ello. ¿Pagar impuestos en España, para qué? Yo, si pudiera, tampoco lo haría. Como siempre, la opinión pública, cebándose.

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    1. A la opinión pública le pasa como a la madre naturaleza; que es una auténtica furcia. Un saludo.

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