En todos los sitios donde gobierna la izquierda radical, ocurren cosas gravísimas; en Argentina terminan con la carne, en Venezuela agotan al petróleo, en Cuba acaban con las existencias de azúcar y, si llegaran a gobernar España, serian capaces de extinguir el sol que ayuda en el tema de la industria del turismo.
La Fundación de Pablito Iglesias cobró 4 millones por analizar la situación de la patética República Bananera de Venezuela; el resultado de ese informe fue la encarcelación del jefe de la oposición, crímenes y torturas de estudiantes. De momento, que se sepa, no ha quedado muy claro si ha pesado más el reporte del grupo español o, los píos píos del pajarraco que habla con el ínclito ex conductor de autobuses, Maduro, en todas las tropelías que cometen los bolivarianos. En cualquier caso, es como para echarse a temblar. Y no soy yo muy dado a que me tiemble el pulso.
Si esta gente tuviera algún ejemplo ilustrativo que echarnos a la boca, estaría dispuesto a prestarles un oído aunque, imagino, me sonoran a mamarrachadas en un principio, pero todo lo que ofrecen es; ruina económica, represión y milllones de almas huyendo de la miseria que tanto les gusta.
Si alguna vez yo viera algún comentario ingenioso de respeto al rival ideológico, seria capaz de detenerme a darles una abrazo. Empero, su odio es tan evidente que, lejos de detenerme, hay una fuerza en mi que me empuja a continuar en la pelea y, por supuesto, no pienso darles la espalda ni una sóla vez.
Si fueran capaces de huir de ese comunismo que huele a muerto, a gulag y a desesperación, ya les digo, no estaría usando parte de mi tiempo en preparar una vía de escape que pusiera a salvo a los míos.
Si no conociera el inmenso odio africano de muchos de mis compatriotas, colgaria la espada para siempre, pero no hay un único día en el que roce con mis dedos su empuñadura.
La izquierda radical va a desembocar en un nuevo Frente Popular que, gracias a la LOGSE, no conocen esos zangolotinos imberbes que piensan prestarles el voto a aquellos cuya ideología es incompatible con la idea de democracia liberal. Seguro que cuando experimenten en carne propia de lo que son capaces de hacer los de Podemos, la sonrisa se les helará para siempre. Será una lección de historia que no olvidarán si es que queda alguno para recordarlo.
Sergio Calle Llorens
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