Ruyra, que es uno de ellos, dispone de tres elementos que explican su
pluma; su minucioso sentido decorativo y manierista, su sentido poético lleno
de emoción y, por supuesto, su enorme capacidad vitalista para describir los
secretos de las cosas. En “Entre Flames” encontramos una obra llena de
simbolismo en la que, en menor o mayor medida, podemos ver la influencia del
modernismo catalán. Un libro que suelo degustar cuando los olores embriagadores
de la otoñada cruzan mi atalaya. Esos momentos en los que los jirones de la
niebla vespertina cubren esos árboles que tanto amo.
Una de sus obras favoritas es “Marines i boscatges” de la
que el mismísimo Pla escribía con gran admiración:
"Marines i boscatges, que conté al meu entendre, la millor
prosa de Joaquim Ruyra, que és, al mateix temps, la millor prosa en llengua
catalana, que s'ha escrit en llengua moderna; els primers llibres -probablement
els més remarcables- de Caterina Albert, "Victor Català". La
publicació de l'obra bàsica de Ruyra. Marines i boscatges, constitueix, al meu
entendre, el timbre de glòria més alt de la revista Joventut. Ruyra conegué com
ningú la nostra llengua; en maneja l'esperit d'una manera perfecta; en domina
la intel·ligibilitat i tots els seus matisos fins a extrems insuperables."
Cuando contemplo las jábegas besando una playa malagueña me
acuerdo de sus descripciones grandiosas. Esos naufragios de una vulgar barca de
pescadores que encuentra en su escritura la máxima genialidad de escritor. Una
prosa firme en lengua catalana con un ritmo intenso que desafía todo intento de
análisis. En cada frase ese aliento superior que huele a divinidad. Las olas
del mar narrando con su peculiar mecida los arcanos del universo.
Para Pla era imposible separable de la mejor literatura de
Joaqui Ruyra cuado estaba en Blanes. A veces se sentía que estaba tan
impregnado que no podía escribir una raya sin caer en el más espantoso de los
ridículos. Afirmaba que sus descripciones agotaban la materia de aquel paisaje
tan suyo.
Se suele decir que las luces con mayor intensidad son las
primeras en apagarse, pero no creo que la luminaria de Ruyra se apague jamás.
La única pena es que de Pla y Ruyra hayamos pasado a Quim Monzo y Carmele
Merchante. Consecuencia lógica de un nacionalismo de campanario. Y es que la
primera fuerza de la fantasmagoría de un artista locoíde es la colaboración de
un pueblo ajeno a la cultura con mayúsculas. Desconozco si los descendientes de
la tribu de Wilfredo el velloso entienden a estos escritores cuando los leen en
sus aulas de adoctrinamiento pero, me temo muy mucho, que a tenor de las cosas
que escribe la muchachada independentista, la cosa tira a un no rotundo. Yo,
simplemente, esperaré a la lluvia para cruzar de noche ese campo con mi
linterna proyectando un vaho flotante y lechoso en la atmósfera espesa. Seguro
que alguna descripción de este maestro me ilumina en el momento justo.
Sergio Calle Llorens
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