Estimado Sr Llamazares
Soy miembro de la plataforma Red de Blogs de la que usted ha
afirmado que es un nido de nostálgicos del franquismo, anticomunista y con
querencias por el sionismo. Verá yo no soy el portavoz de ese soporte y, en
realidad, sólo me represento a mí mismo. Por ello, quiero dejar claro que este
mensaje epistolar es exlusivamente mío.
Verá; personalmente yo no soy un nostálgico de Tito Paco
porque cuando murió yo era una tierna criatura. Por otra parte, no he sido yo
nunca muy de dictaduras. Políticamente me considero liberal, ya sabe; esa minoría
que piensa que los demás pueden estar en lo cierto y uno ser el equivocado. Los
liberales, no lo digo yo sino la historia, quedamos muy bien ante un pelotón de
fusilamiento. Vaya al Prado a contemplar el cuadro de Gisbert en el que
Torrijos y los suyos son preparados para ser ajusticiados en una playa
malagueña. Tal vez entonces sepa de lo que le hablo.
En cuanto a lo de las querencias sionistas comentarle que
tengo sangre hebrea y, obviamente, no tengo ganas de darme una última ducha en una cámara de gas. Además estoy convencido de que Israel es lo que
impide que nuestra civilización caiga en manos de los bárbaros. Dicho de otra
manera, uno puede ser judío pero no tener ningún interés en terminar jodido. Su
versión excesivamente simplificada del tema de Oriente Próximo ruborizaría a
cualquiera que tenga dos dedos de frente. A veces le leo echando espuma por la
boca por las muertes en Palestina pero olvida, un día sí y otra también, las
matanzas de los cristianos a manos de musulmanes. Mire, la guerra que libra
Israel es la del mundo libre contra un enemigo anclado en la edad media. Una
batalla por nuestra supervivencia. Los que son como usted afirman que los
terroristas palestinos son una creación del estado de Israel con sus ataques a
la indefensa población musulmana. Vamos a imaginar por un momento, que ya es
mucho imaginar, que usted tuviera razón. En ese caso, y usando su pueril
razonamiento, los judíos que vieron como los nazis se cobraban la vida de 6
millones de los suyos, deberían haber estado colocando bombas en todas las
iglesias de Alemania. Sin embargo, como bien sabe no ha ocurrido jamás. Tampoco
habrá visto a un budista inmolarse en una Mezquita porque los descendientes de
Mahoma dinamitaron sus budas gigantes. Le hablo de hechos, no de ensoñaciones
sacadas de una mente calenturienta.
Por otra parte, no sé en base a qué su señoría trata de
darnos lecciones de democracia. Usted, partidario de la dictadura del
proletariado que ha causado más de 100 millones de muertos en todo el mundo,
debería guardar el más significativo de los silencios. Le recuerdo que cuando
un perro comienza a lanzar miradas por los rincones termina vomitando en la
alfombra. Y eso es precisamente lo que pasa con el can bermejo, el suyo, que
siempre termina devolviendo el alimento que genera el odio necesario para el pelotón de fusilamiento. Bien lo sabemos
los liberales. Esos que tendríamos que
exiliarnos para no acabar en el GULAG que tanto le gusta.
Finalmente decirle que dedico mi tiempo a la solitaria tarea
de usar mi pluma contra la corrupción andaluza que su grupo parlamentario
apoya. Lo hago a pesar de que prefiero las aguas tranquilas y calmadas a las
grandes tormentas. Una tarea que culmina en trabajos de investigación que ponen
en jaque esa clase corrupta que gentuza
como usted defiende con su violento partidismo. Y en esa tarea me he
descubierto como un anticomunista irredento que piensa combatir su ideología
hasta el último aliento. Sencillamente no estoy dispuesto a entregar el futuro
de mis hijos a personajes que desprenden odio a cada paso. Hasta que
nuestros caminos se crucen, que se cruzarán, le dejo con este humilde soneto.
Por qué dicen que es un doctor
Cuando no es más que matasanos
Al que apellidaron Llamazares
Por liquidarles en el Manzanares
Adicto a las locuras del Politburó
Suele cocear como un torpe burro
Que sigue fielmente al aparato
Para poder gritar al liberal; te mato
Y cuando no habla de liberales
Se convierte en feliz onanista
Acordándose de los federales
Dejémosle pues con sus locuras
Que si la ciencia perdió un doctor
El mundo del circo ganó un payaso.
Sergio Calle Llorens