Hay dos tipos de personas que detesto; los que hablan con la boca llena y los que emiten sesudas reflexiones con la cabeza vacía. Creo que en IU Andalucía tienen un departamento para acoger a este tipo de personas. Individuos barbilampiños de pensamiento crítico. Me los imagino con poco talento y mucho tiempo libre que, entre otras cosas, lo usan para iniciar campañas a cual más delirante. Un día apoyan a presos etarras o a guerrilleros tupamaros en su lucha contra el imperialismo yanqui. Sin embargo, lo que realmente les pone cachondos es iniciar operaciones que pongan en duda la existencia misma de España. Véase bandera, régimen político o cualquier acontecimiento pretérito que demuestre que la nación es obra de Francisco Franco.
Últimamente les ha dado por la Mezquita de Córdoba que quieren
entregar para el rezo musulmán. Ya saben; España es de tradición cristiana y
los musulmanes son enemigos de los cristianos, pues a apoyar a los seguidores
del profeta a los que consideran los verdaderos dueños del patio. No podemos
esperar de ellos ninguna profundidad cabalística. Lo suyo es más simple que el
mecanismo de un matasuegras. A todo esto, no hay ninguna mezquita en el mundo
que permita el rezo cristiano, pero eso les da igual a los amigos de lo
sencillo. La cosa es tocar la moral.
Intentemos ponernos, aunque sea por un momento, en la cabeza
de esos zoquetes. Sé que es difícil pero hagamos un profundo esfuerzo. Tomemos
las declaraciones de varios de los becarios que emiten mensajes en las redes
sociales tipo; “deberíamos devolver Granada y todo Al Andalus a sus legítimos
dueños”. Ahora apliquemos su delirante reflexión al asunto. Así si España antes
de ser musulmana era visigoda, busquemos a sus descendientes para darles las
llaves de nuestras ciudades. El problema es que antes que los visigodos, la
vieja piel de toro se llamaba Hispania y era romana. No sé si habrán oído
hablar de los acueductos romanos y de los anfiteatros. Incluso antes de que los
de la península itálica se quedaran con todo, los que señoreaban fueron celtas
e íberos. Huelga decir que encontrar a los legítimos dueños de lo que hoy es
España, es más difícil que ver a un socialista andaluz que no haya metido la
mano en la caja común. Se podría dar el caso que un día algún lector reciba la
visita de un dirigente de IU Andalucía para decirle; “enhorabuena, como único
descendiente del hombre de Neardental, y al haberse demostrado que sus
ancestros estuvieron en Atapuerca, le entrego las llaves del Reino. Eso si el
aludido no se ha mosqueado antes con la visita y ha corrido a gorrazos a
los portadores bermejos de la buena nueva.
La tierra, queridos amigos, es para aquel que la conquista y
está dispuesto a defenderla. Ha pasado así desde que el hombre se bajó de los árboles.
Desde entonces hemos peleado por las mejores zonas de caza para asegurarnos la
subsistencia. No había nada bonito en ello. Nada romántico. Ni una gota de
patriotismo. Los míos vinieron a las tierras del sur a echar a los musulmanes a
cambio de una soldada y de la promesa de tierras fértiles. No les importó a
quienes pertenecía el cortijo. Sencillamente tomaron la espada y lucharon;
choque de aceros, furia ciega y sangre, mucha sangre. Ganaron y ahora no es
plan de ir buscando a esos moriscos a los que, por cierto, expulsamos e hicimos
la puñeta porque no era plan de que se echaran en manos del turco.
El tiempo ha pasado y estas tierras pertenecen sencillamente
a los españoles. Cuesta creer que en el siglo XXI haya cretinos
dispuestos a cuestionar lo incuestionable. Sólo por la falta de lecturas históricas
y de cerebro se entiende la existencia de ese departamento cuyos miembros jamás
serán convocados a un Congreso de Mentes Brillantes. Estoy seguro de que muchos
de sus componentes deben de estar en plena temporada de limpieza de nidos. Es
natural con la primavera, pero dejen de
tocarnos los huevos, porque los descendientes del viejo Reino de Aragón podríamos
volver a gritar aquello de: “Despierta Ferro”.
Sergio Calle Llorens
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