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domingo, 13 de abril de 2014

HISTORIAS MEDITERRÁNEAS


Camino guiado por las trémulas notas de la canción triste del mar. Mis pasos arriban a un acantilado amplio desde donde contemplo las diferentes tonalidades de la patria salada; azul y turquesa. No hay ni rastro de la neblina nocturna de la noche anterior. Todo es de una luminosidad intensa mediterránea. A esas horas, en la capital un gentío saluda el trono de la Virgen del Amparo. La famosa Pollinica. Tronos que son barcos y que, como ellos, se mueven a toque de campana y se mecen como olas marinas. Sólo el de la Esperanza malagueña pesa la friolera de 6000 kilos. Y mientras los santos titulares van avanzando por las calles de Málaga, unos pequeños veleros cabalgan esas olas en la bahía con motivo de la Copa de Vela de su Majestad el Rey. El puerto, además de barcos y veleros, contará próximamente con una sede del Pompidou, y casi a la altura del viejo faro, que los lugareños llaman Farola, se ubicará la primera noria del mundo donde las cabinas entran en un acuario. Un espectáculo de vistas panorámicas de la ciudad del paraíso y del paraíso de la mar. Un acuario que será, tras el valenciano, el segundo de España.

Ando ahora por la playa de Torre de Benagalbón ajeno a los 600.000 turistas que arriban en el aeropuerto malagueño en semana santa. Mis ojos contemplan ese mediterráneo por donde surcan cruceros que traen, y sólo jueves, a 20.000 cruceristas. Sin embargo, ahora todo está inmerso en una calma extrema. Sólo contemplo las blancas crestas de las olas y, sin saber muy bien la causa, a mi mente llega la historia del heroico General de Brigada German Cota que en una playa de Normandía caminaba arriba y abajo sin temor al fuego alemán para dirigir, como un héroe, el avance de la 29 División norteamericana. Me meto en el agua para cumplir con el primer baño del año en mi mediterráneo. Está algo frío pero ideal para refrescarme el cuerpo. Este lugar, a la luz de la luna, parece un grabado de Dalí. Otro mediterráneo genial. Ahora, en cambio, es un lugar inundado por una luz incomparable. Me sumerjo una y otra vez hasta que mis pulmones se quedan sin aire y decido regresar a la orilla donde, como siempre, el mar besa a su playa.

El sol dora mi piel y pienso en la cantidad de héroes que murieron en la mar, en cualquier océano del planeta. Unos intentando cumplir misiones extrañas y, otros, la mayoría, haciendo lo propio con las que les encomendaron. En las tierras del sur ya no queda lugar para el heroísmo. Atrás quedaron las glorias del pasado. Ahora todo es un homenaje a la cobardía. Esta misma semana, IU Andalucía provocaba una crisis de gobierno por entregar casas a ocupas saltándose las listas de espera. Y es que los comunistas siempre han confundido los intereses de los trabajadores con los de los miembros de su partido. Algo que alcanza a los de la secta del capullo en la tierra de la chalaura.

 Alejo de mis pensamientos la República Bananera de Andalucía y vuelvo a sumergirme en la mar.  En contacto con el líquido elemento, me siento un titán. Al contrario de los hombres del sur, yo nunca he tenido miedo porque cuando el temor llama a mi puerta, mi fe la abre y nunca hay nadie. Y si la cosa se complica en exceso, elevo la plegaria de Sir Jacob Ashley en la batalla de Edgehill librada en Inglaterra en 1642; “Oh Dios, ya sabes lo atareado que estaré hoy. Si te olvido, no me olvides tú. La canción del mediterráneo puede ser triste, pero también es sabia. Y yo, por supuesto, un valiente.

Sergio Calle Llorens

2 comentarios:

  1. ¿Le parece positivo el impacto de la noria? Yo no sé qué pensar. Hay norias y norias. Tendría que ver un render de cojones para ver cómo quedaría.

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    1. El impacto, según me han informado, será mínimo y va a constituir un nuevo icono para la ciudad. Saludos

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