Los blogueros nos hemos convertido en el nuevo poder. El
periodismo ciudadano gana adeptos cada día y su independencia, frescura e
independencia le está permitiendo conquistar terreno a los medios de
comunicación tradicionales. No hubiera sido así de no haber existido Internet y
los periodistas hubieran hecho su trabajo de manera independiente.
Con una audiencia cada vez más fragmentada, el ciudadano
busca con ansia opiniones alejadas de la corrección política y de los editoriales
cocinados. En definitiva hemos ocupado el vacío que nos han ido dejando
aquellos que cobran de la publicidad institucional.
Los blogueros nos negamos a ser tratados como un medio más y
renegamos de aquellos que se venden por dos maravedíes. La independencia es
nuestra carta de presentación. Escribimos con pasión y, como dijo aquel,
escribir es meterse en problemas. Yo mismo los he sufrido en forma de amenazas
de muerte por grupos de ultraizquierda y de ultraderecha. Incluso he soportado
un espionaje por algunos muy cercanos al PSOE de Málaga que ha terminado en una
querella para que deje de escribir sobre la hija del farero con menos luces que
un barco pirata. Benditos problemas que, lejos de amedrentarme, me empujan a
seguir en la brecha.
Hace años los partidos se conformaban con nombrar a un
director de su cuerda para controlar ciertas informaciones comprometidas que no
debían salir en los diarios. Hoy, en cambio, les basta con alimentar las
finanzas de esos medios para moderar la crítica o las revelaciones
periodísticas. Por consiguiente, el periodismo ciudadano se nos antoja hoy más
que necesario. Una labor primordial que algunos atacan porque les afecta
negativamente.
Las querellas y las amenazas son las pruebas evidentes de que
estamos haciendo un buen trabajo. Cada uno con su estilo personal e
intransferible. Unos escriben muy bien y otros nos peleamos a diario por
encontrar el adjetivo correcto, pero a todos nos mueve la creación de una
sociedad mejor.
Personalmente escribir se ha convertido, al margen de la
crítica periodística, en una bendición. Mis textos son publicados por medios
digitales y recibo apoyos de una sociedad que se resiste a vivir con unas taras
de paro africano y con la corrupción atacando los pilares de nuestra
democracia. Todo ello me produce un inmenso placer.
He de reconocer que escribo acorde a una manera de entender
la vida y a una filosofía, el amor por la libertad con mayúsculas. No hay nadie
detrás de mí, simplemente un servidor que ejerce de periodista ciudadano. A
pesar de ello, no han podido conmigo ni los comunistas, ni los nazis, ni los
papanatas de María Gámez. Ni siquiera las traiciones han hecho temblar mi
pulso. Su error, dejen que les cuente,
es no ver que ante las dificultades me crezco. Y es ahí donde se ve la
verdadera valía de un hombre. Si me conocieran de veras, no serían capaces de
cruzarse conmigo en un callejón oscuro pasada la media noche. Soy un simple
periodista ciudadano, lo reconozco, pero soy muy peligroso.
Dont push your luck, get out of my way
Sergio Calle Llorens
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