Documentos desclasificados por la CIA revelan que el jefe de los
espías norteamericanos quería ver muerto al General Patton, al que consideraba
una amenaza para la paz con los rusos. Su muerte, como consecuencia de
las heridas sufridas en un accidente de tráfico en Alemania, supone uno de los
misterios más duraderos de la II
guerra mundial. ¿Fue asesinado por los servicios de inteligencia de Rusia o fue
víctima de la mala fortuna?
Nacido en San Gabriel California, el General Patton tuvo una
carrera que duró 36 años. Fue de los primeros generales que defendió la
utilización de los carros blindados y
comandó, con gran éxito, unidades americanas en el norte de África y en
la invasión de Sicilia, entre otros lugares. Sin duda, fue uno de los generales más temidos por sus
enemigos. Su apodo en inglés era “Old Blood and guts”. Irreverente, megalómano,
transgresor y, dicen, con periodos de inestabilidad emocional. En una ocasión,
llegó a abofetear a un soldado que lloraba compulsivamente por no poder
aguantar el estrés de la guerra. Posteriormente, algunos psicólogos apuntaron
que el propio General podría haber sufrido también estrés postraumático. No
podemos olvidar, por tanto, que fue un hombre duro pero al que sus soldados
adoraban. Es más, llegaron a considerarlo como el mejor pasaporte para salir
con vida de las batallas. Dicho de otra manera, la soldadesca americana le tenía
una fe ciega pues les conducía de victoria en victoria con un bajo número
de bajas.
Una vez ganada la guerra, Europa del este iba a caer bajo la
bota comunista, mientras que occidente tendría en los Estados Unidos de América al mejor garante de las democracias liberales. Estábamos, por tanto, ante el
principio de la guerra fría. En esta situación, fue el General Patton el que
alzó su voz para protestar por dejar a los rusos con las manos libres en países
como Polonia o Hungria. El americano decía que continuar luchando por la
libertad era una cuestión de honor. Después de todo, les habían prometido la liberación a esos pueblos. Algo
que, desgraciadamente, sólo ocurrió tras la caída del muro de Berlín. No era la primera vez que el viejo General
sufría por las decisiones políticas de sus superiores. Casi al final de la
contienda, su ambición de llegar a Berlín antes que los rusos fue destruida
cuando el Comandante Dwight D. Eisenhower entregó el combustible de Patton al engreído de Montgomery. Patton siempre defendió que la decisión de
Ike de no dejarle envolver Falaise en el otoño de 1944, permitió a cientos
de miles de soldados alemanes escapar. Ése error tuvo como consecuencia que esas mismas
tropas volvieran a luchar en la contra ofensiva alemana conocida como la Batalla del Bulge que
provocó miles de bajas norteamericanas. No fue casual que Eisenhower ordenara parar a Patton en su avance hacia el
corazón del III Reich. De haber llegado a Berlín primero, la Rusia comunista no habría podido poner su
asquerosa bota en el este europeo.
Patton tenía pensado retirarse del ejército al no poder
hacerle la guerra a los rusos. La administración americana pensaba que estaba
loco de remate y, por supuesto, Stalin lo quería ver muerto. Por ello, según
los seguidores de la teoría de la conspiración, la oficina de OSS- Office of
Strategic Services- montó una operación encubierta para asesinarle. El
encargado de la operación fue Douglas Bazata, y el General Wild Bill Donovan, director de la citada oficina, el que orquestó el plan. Uno de los más acérrimos
defensores de la teoría del asesinato es el historiador Robert Wilcox, autor
del libro “Target Patton” que incluye una entrevista con el héroe de guerra
Bazata, muerto en 1999, en la que explica como se preparó el accidente que
impactó contra el Cadillac del General, y como disparó el proyectil a Patton
que le rompió el cuello. Bazata, amigo personal de Dalí que le pintó como Don
Quijote, también sugirió en la entrevista que los oficiales americanos hicieron
la vista gorda ante la presencia de agentes soviéticos del NKVD, precursor del
KGB, que, finalmente, envenenaron al héroe americano.
He analizado el libro concienzudamente y he de reconocer que
llama poderosamente la atención el hecho de que al menos 5 informes oficiales
del accidente han desaparecido de los archivos oficiales. También que las
historias personales de aquellos que estuvieron presentes en el accidente también
se han evaporado. Ninguno de los soldados presentes en el accidente fueron
castigados, lo que da que pensar. Sin embargo, la causa oficial de la muerte
fue un edema pulmonar y un fallo cardíaco. Y, los soldados que aquella mañana
del 9 de diciembre de 1945 tuvieron la desgracia de ver como el Cadillac de su
General chocaba contra un camión conducido por el Sargento Robert L. Thompson,
fueron exonerados de toda duda por la intervención de Patton. Éste sabía que
era un hombre mayor y que la muerte, más pronto que tarde, le estaba aguardando
y no quería que sus files soldados pagaran por un descuido.Ni los testigos, ni el personal médico que atendió al General dieron validez a la teoría del asesinato.
Con toda seguridad, con la muerte de Patton, los rusos
respiraron y Eisenhower se quitó de encima a un poderoso rival. Pero de ahí, a
creer en toda una conspiración en la que los americanos dejaron que los rusos envenenara
a uno de los suyos, es llevar las cosas demasiado lejos. Y mucho más que se
hubiera montado una operación por su propio servicio secreto para eliminarlo
cuando, lo más probable, y sencillo, era esperar que el General Patton
dimitiera. Un dato que ya conocían en la OSS.
En conclusión, puedo concluir que la muerte de uno de los
mejores generales de la II
guerra mundial, se debió al azar y no a
una mano conspirativa. El hecho de que un escritor publicara un libro con una
supuesta entrevista en la que reconoce la conspiración, no es ninguna prueba
evidente. Pues de haberse producido esa entrevista, la grabación estaría ya a
nuestra disposición. A veces, la gran mayoría de personas aplica la máxima de
Oscar Wilde: “Yo puedo creer cualquier cosa con tal de que sea increíble”. Puedo afirmar que Patton
murió porque la diosa fortuna le volvió la espalda en el último momento. Su
cuerpo fue enterrado, con honores, en el cementerio de Hamm, Luxemburgo, junto a
los hombres que lucharon y murieron por la libertad de todos los europeos. Nos queda
su legado imperecedero.
Sergio Calle Llorens