OLVIDO HORMIGOS

Decía Woody Allen que el sexo sin amor es una experiencia vacía, pero como experiencia vacía es una de las mejores. A su embrujo, añado yo, no escapan ni los obispos, ni las monjas de clausura. La ausencia de sexo provoca efectos secundarios peligrosísimos, además, claro está, de dejar la vagina femenina como una cueva oscura. Ya saben, llena de telarañas. Incluso hay estudios de grandes universidades en las que se demuestra, sin ningún género de dudas, que el sexo es bueno para el cutis y el corazón humano.

La práctica de sexo debe ser considerada como positiva para todo hijo de vecino, y sólo aquel que tiene falta de él, se rebela contra aquellos que lo practicamos con cierta asiduidad. Pero cuando la gente normal tiene falta de jodienda, le da por la masturbación. A veces, incluso se graban en el ejercicio del vicio solitario para excitar más a los maridos, a las mujeres o a los amantes. Eso, al parecer, es lo que le ha ocurrido a la concejal socialista Olvido Hormigos cuyo vídeo erótico ha sido difundido en la red por su amigo especial despechado. Muchos piden su dimisión y otros, aprovechando el anonimato, la han llamado puta y otras cosas peores. De todo el asunto, quiero destacar que Olvido nunca será olvidada por su acción, y que a muchos varones, a pesar de lo que digan, la simple mención del apellido Hormigos les producirá cierto hormigueo entre las piernas. Repito, no hay nada malo en ello.

Me llama poderosamente la atención que la primera socialista que usa sus manos para algo más que para robar, sea condenada por aquellos que quieren que vuelvan los tiempos de la inquisición. Afortunadamente, hemos avanzado desde los tiempos en los que la mujer estaba para satisfacer al macho y nada más. Yo, que pasé parte de mi adolescencia con una erección de mil pares de pelotas, he re reconocer que siempre me han gustado las mujeres ardientes, lanzadas y que son capaces de grabarse en vídeo con tal de provocar a sus parejas. Así que declaro públicamente mi admiración por esta hembra, y hago votos para que la socialista encuentre algo de sosiego en su vida. No le será fácil, seguro, pero con lo que le ha ocurrido habrá podido constatar que los hombres, no las mujeres, son aquellos que deben ser catalogados de histéricos. Y todo, por unas tetillas y una mano en la entrepierna.

Sergio Calle Llorens