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jueves, 2 de junio de 2011

ESPAÑA Y LOS ALEMANES

He sido profesor de lenguas durante más de diez años y la gran mayoría de mis estudiantes fueron alemanes, además de algunos de mis mejores compañeros de trabajo. A lo largo del tiempo que pasé entre ellos, aprendí a valorar su cultura, su trabajo y sus ideas. Podría decir que la mayoría de esos germanos me enseñaron muchas cosas de su peculiar forma de ver el mundo, y les doy gracias por ello. Les hablo, como no podía ser de otra manera, de gente con cierta cultura, que habla idiomas y que ha visto mundo. Sin embargo, un porcentaje muy elevado de alemanes tiene grandes prejuicios en lo que se refiere a España y a los españoles. Gente que suele pensar que los hispanos somos un pueblo vago cuya divisa fundamental es el mañana de las acciones demoradas. En mi caso era muy hiriente porque me veían trabajar diez horas al día por un sueldo mísero. Siempre sonriente y dispuesto a ayudarles. Pero reconozco que nunca fue suficiente. Quiero decir que durante una década traté de venderles la marca España; su historia, los logros, los fracasos, la cultura pero de nada sirvió. Probablemente porque como dijo una vez Walter Raleigh, no es la verdad lo que viaja por el mundo, sino la opinión. Así que con los años, abandoné mi inútil intento de tratar de hacerles pensar de otra manera. Siglos de propaganda protestante antiespañola es un lastre pesado contra el que es imposible luchar. Por eso, en los últimos años cada vez que un estudiante germano mencionaba la vagancia española, a mi padre lo convertía en director de una escuela para vagos y a mi madre en Catedrática de siestas. Quiero decir que usaba la ironía cuando perdía la paciencia ante las barbaridades que escuchaba cada semana.




La actitud condescendiente y la mala opinión sobre España no son exclusivas de los alemanes, pues el resto de europeos no les van a la saga. Recuerdo una vez que un profesor danés de Universidad me dijo que Chile había mejorado mucho su economía gracias a los descendientes de alemanes. Por supuesto, para el ínclito profesor los hispanos somos incapaces de sacar adelante un país. No importan nuestros avances científicos, o que España haya ganado copas del mundo en fútbol, tenis, balonmano o baloncesto. Para ellos, siempre seremos un pueblo holgazán y prescindible. No es de extrañar que ante cualquier alarma o problema, los habitantes del norte de Europa miren hacia el sur como su mejor chivo expiatorio. Alguien al que echarle la culpa de todas sus miserias. De hecho, esta semana incluso diarios serios como Der Spiegel han acusado a España de ser la responsable de todos los muertos que ha causado la Cepa E. Coli. Ni se les pasó por la cabeza que todos los infectados y muertos han contraído el virus en Alemania, y más concretamente en la zona de Hamburgo para culparse ellos. Y es que esos periodistas cultos y viajados padecen un virus mucho más peligroso: El de la xenofobia. Como el de la consejera de salud de Hamburgo cuya salud mental deja mucho que desear. Todo antes que reconocer que la culpa es suya, y sólo suya.



La crisis de los pepinos ha llevado al paro a 10.000 personas en todo el sector. Dinamarca, Inglaterra, Holanda, República Checa, Austria, Francia y por supuesto Alemania han vetado a nuestros productos en una guerra comercial encubierta. Por si fuera poco el desaguisado, los alemanes ni han pedido perdón ni se les espera. Es más, siguen insultando a España y a sus productos sin importarles las pérdidas millonarias que están causando. Su falta de empatía para con el pueblo español es muy dolorosa para los que nos consideramos sus amigos. Finalmente, podríamos decir que España antes de unirse a estos pueblos, era un pueblo incompleto, ahora con la unión, es un pueblo acabado. Porque con estos aliados y amigos, España no necesita enemigos.


Sergio Calle Llorens

1 comentario:

  1. Magnífico!!! me ha encantado tu reflexión, pues es lamentablemente... muy cierta!

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