El señor
de los conejos se
saca de la chistera algunas criaturas orejudas. El truco es llamar crisis
humanitaria a lo que es una invasión en toda regla. Especialmente de nacionales
que no sufren persecución política alguna ni padecen conflicto armado conocido.
Les hablo del colectivo extranjero con mayor presencia en las cárceles españolas;
el marroquí. Gente que sólo representa al 1,9% de los empadronados. Estas cifras indican que, aunque sean relativamente pocos
en comparación con los italianos, colombianos o venezolanos, los nacionales más
numerosos en España, los chicos de Mohamed VI no sólo les quintuplican
en prisión sino que también son los más conflictivos. Algo habrá que hacer.
Ellas las
prefieren largas es
una verdad innegable entre las mujeres del este. Féminas que prestan mucha
atención a su aspecto física y poca, o ninguna, al hombre con pocos recursos
económicos. Vampiresas de la noche que le chupan la sangre a sus sugar daddies después
de exclamar con una sonrisa de sarcasmo dibujada en la boca: Semental,
querido Watson. Es lo único que podemos esperar de naciones nada
romanizadas cuyo ideal gastronómico es el pepinillo.
En Mamatrix
de la Cadena Ser, por lo que sea, siempre coinciden en opiniones, en
análisis político y hasta en los gestos con el amado líder. El resultado es el
siguiente: si Pedro Sánchez declara que la vida sexual del pulpo es de
obligado cumplimiento en las aulas universitarias, Angels Barceló llega
al estudio de Gran Vía con un peinado para la ocasión en forma de
cefalópodo. En resumen, lo que sea y cuando sea, con tal de satisfacer al jefe. A esta gente le parecen bien los negocios de Vergonya
Gómez, las andanzas sexuales pagadas por el contribuyente de Babe el cerdito
caliente y hasta que el gobierno dedique partidas de los presupuestos
generales del Estado al nuevo programa de Broncano en vez de a la
investigación contra el maldito ELA.
A resultas
de todo esto, el señor de los conejos gana en taquilla al sexto
sentido donde en ocasiones vemos a gente que la tiene más dura que los Pichapiedra.
¡De
película!
Sergio Calle Llorens
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