España es la
única nación del mundo que ha ganado tres competiciones internacionales
seguidas; Eurocopa, Mundial, Eurocopa. La única selección de fútbol que
tiene cuatro Eurocopas. El selectivo equipo capaz de campeonar tras vencer
en el mismo torneo a Italia, Alemania, Francia e Inglaterra. En el último campeonato hemos vencido en la final con un juego espectacular para hundir la nave de la Pérfida
Albión y dejar a sus piratas tiritando de puro miedo.
Todos los
españoles de bien estamos muy contentos por los logros deportivos que se unen a
los de la selección femenina. Los irlandeses y los escoceses lo celebran como
si hubiesen sido ellos los que habían derrotado a sus viejos enemigos. Los
escandinavos también lo festejan cantando aquello de England is never coming
home. Sin embargo, hay un rinconcito que se resiste a abrazar está ola de
felicidad y optimismo. Es la tribu de los amargados que halló la fórmula mágica
de tocarnos la moral aludiendo al color de la piel de Nico Williams y Lamine
Yamal cuando en la selección, el equipo de todos, sólo cuenta el rojo de la
zamarra. La paleta cromática es y será siempre secundaria. De hecho, los blaugranas aplauden a Carvajal,
los blancos a los azulgranas, los verdiblancos a los blancos sevillistas y
viceversa. Por ello, cuando los nuestros alzaron el trofeo de campeones al
cielo, algo que pareció dolerles sobremanera, comenzaron a buscar una nueva
fórmula para tratar de aguarnos la fiesta. La encontraron con los cánticos de Gibraltar
español y las frías maneras de algunos jugadores del equipo con Pedrito
Sánchez en el Palacio de la Moncloa. Respecto a lo primero quiero
recordar que la ONU considera a La Roca un territorio a
descolonizar y en cuando a lo segundo, que se sepa, los deportistas no han
leído en ningún sitio, porque no existe, ese manual de modales para saludar en
posición genuflexa al Presidente. Y encima, las calles de Cataluña y País Vasco
se llenan de banderas nacionales y las celebraciones han sido espectaculares.
Esto ya ha sido demasiado para sus corazones de amargados.
A resultas
de todo esto, quiero declarar que España es la bendición de Dios
en la tierra. El paraíso soñado de los poetas que no está exento de excesos
o defectos. El jardín del Edén cuyos encantos embrujan el alma de
propios y extraños. El mejor de los mundos. La alegría de sentirse vivos. La
cuna de la filosofía hedonista. El hogar de los hombres valientes. La
universidad de los genios. La genética del no rendirse ni después de muertos. Deberíamos
todos arrodillarnos y pedir perdón al Santo Padre en nombre de esta pandilla de
resentidos cuya mayor falta es la de estar ciegos. Además, también hay que
darles las gracias porque sin lo amargo, lo dulce no es tan dulce.
¡Hemos
ganado y ellos han vuelto a perder!
Sergio Calle
Llorens
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