En China pueden cambiar de política, pero no
de partido. En Estados Unidos pueden cambiar de partido, pero no de
política. En cambio, en la Andalucía socialista no se podía cambiar ni
de partido ni de política. A consecuencia de todo ello, los dirigentes
comunistas son todos unos perros atados a la longaniza del capitalismo, los políticos
norteamericanos son los mismos perros con distinto collar y los gobernantes
andaluces eran unos cánidos insaciables cuyos colmillos mordían el cuello para
extraer la sangre de los sufridos contribuyentes. Así se explica lo que está
pasando hoy en el mundo y así debe entenderse el resultado electoral en la
taifa del sur donde los socialistas han sido borrados del mapa.
América emula la táctica de Roosevelt
para aislar a Japón. Un plan maestro basado en cortar las líneas de
suministros de petróleo y materias primas que tanto necesitaba el imperio japonés.
Hoy el gobierno norteamericano acorrala al gigante chino con sus bases
militares. La de Okinawa es un buen ejemplo de ello. Nadie puede negar
que China está rodeada mientras Xi Jimping intenta rodear con sus
brazos a Taiwán. El abrazo de Winnie the Pooh que diría un cachondo.
La cosa, como imaginan, no va a terminar bien. Tampoco terminó bien el intento
socialista por recuperar el poder en el sur de España: María Gámez,
Carmen Calvo, Mariló Montero y Juan Espadas eran la prueba viviente que
esta gente navega en un barco a la deriva. Los mediterráneos sabemos que el
contrabandista que conoce la naturaleza de los vientos, pero no la de los
hombres dura poco en el negocio. El suyo duró cuarenta años y el pueblo dijo
basta a su corrupción y a sus locuras. Las mismas que salen de la boca de Pedro
Sánchez hoy disfrazado de Pepe Isbert en una nueva versión de
Bienvenido Mister Marshall en la cumbre de la OTAN y, para
completar el cuadro, la nieta de Biden se va a ver a la Reina de
España enfundada en un chándal.
¡Disfruten
mientras puedan!
Sergio Calle Llorens