Este
artículo no pretende desalentar a los aspirantes a escritores. Simplemente quiero advertirles sobre los riesgos que corren al publicar sus creaciones literarias con editoriales
con la misma moralidad que Henry Morgan el pirata. Tampoco es mi
intención dar consejos sobre el arte de escribir que luego yo no sería capaz de seguir porque, como saben, sólo escribo lo que sangro y, obviamente, cada uno tiene un tipo de sangre
diferente. Habiendo aclarado el tema,
paso a detallar los posibles riesgos:
· El timo de los cien ejemplares: He aquí que el aspirante a escribidor manda una copia de su novela a una editorial que, sin dar tiempo de reacción al remitente, responde afirmativamente a la publicación. El candidato salta loco de alegría y pasa por alto que deberá vender cien ejemplares en la presentación. El principiante tiene un momento de duda, pero, una vez sus ojos se topan con algunas lisonjas del tipo “en esta editorial apostamos por la literatura de calidad que pueda marcar la diferencia en los próximos años”, firma el contrato con una sonrisa de oreja a oreja. El postulante a novelista desconoce que vender cien libros de una tirada es algo que sólo hacen los escritores de renombre, o con una extensa familia repartida por todos los rincones del mundo, y todos dispuestos a acudir a la llamada del pariente. Oigan este secreto; la gente no lee, dice que lee. ¿Cien libros? Los cojones. Pero sigamos investigando el día de autos y es que una vez pase la fallida presentación, insisto, el pardillo no va a vender cien libros en un día, ni en dos, la distribución de su libro no llega a ningún sitio. El resultado es que la obra en la que ha estado trabajando durante años no se vende en ninguna librería importante. El negocio, querido amigo, lo ha hecho el editor con los cien primeros ejemplares vendidos y, como mucho, imprimirá algunos más para callarle la boca cuando de la misma empiecen a brotar las protestas.
· El concurso fraudulento: La editorial convoca un concurso para publicar relatos de calidad. En realidad, todo aquel que mande un relato será publicado bajo un título rimbombante. Naturalmente el libro no se venderá en ningún sitio porque el negocio es que" los ganadores" compren un ejemplar como recuerdo y si te he visto no me acuerdo. En este timo está basado en el inmenso ego de los pretendientes a ocupar un lugar de honor en el parnaso de las letras españolas. Algo que el editor conoce.
·
La editorial localista: Es un negocio nacido bajo el patrocinio de las subvenciones
de las diferentes autonomías. Dicho de otro modo, usted corre también con los
gastos para que publiquen libros como; “El Guadalquivir es el centro del
mundo”. “Las cotas más altas de la
provincia de Guadalajara”. “¿Cómo matar a tu suegra sin que se note mucho? “El
increíble y misterioso mundo de los pájaros del Genal”. El objetivo de estos editores son las almas
cándidas de espíritu atormentado, tipo poeta incomprendida que termina haciendo un recital poético en el que estrena hasta
las bragas que su cuchichí le compró en el rastro. Un tipo de espectáculo
triste que apenas congrega a seis o siete conocidos que serán los pringados que
le ayuden a recuperar los gastos del dispendio realizado por la publicación de
su obra magna. Además, la distribución del libro apenas alcanza a un par de librerías
locales que suelen colocar los tres o cuatro ejemplares recibidos en los
estantes más alejados de la vista de los lectores. Y es que los mejores están
reservados para personajes famosos, tipo Pedro Sánchez que, para más escarnio,
no escribió el único libro con el que tortura al personal.
Pero si finalmente usted tiene la suerte de encontrar a un
editor apañado y honrado, le recuerdo que el pastel literario se reparte de la siguiente
manera:
·
PVP
del libro: 15,00 euros
·
Distribuidora:
3,00 euros (Las que menos hacen por la distribución suelen cobrar más)
·
Editorial:
7,50 euros
·
Librería:
3,00 euros
·
Hacienda
son los de siempre: 0,24 euros
· Autor: 1,26 euros
E Entonces llega el informe de venta de los veinticinco librillos que el aspirante ha conseguido colocar- y ya sabe con lo que rima esa cantidad- y, si su editor tiene a bien pagarle, ya sabe que la cuenta del banco, la del candidato, seguirá tiritando. Ahora se estará preguntando; ¿Entonces qué puedo hacer para vender libros? Para saber la respuesta le emplazo a mi próximo artículo.
S Sergio Calle Llorens
S
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