Andalucía siempre
me recordó a un terrorífico cuento de Hans
Christian Andersen; Las zapatillas rojas cuya lectura me pone los
pelos de punta. Narra la historia de una niña llamada Karen que, tras desobedecer a su madrastra, recibe la maldición de
un ángel: sus zapatillas no podrán dejar de bailar.
“Tendrás que bailar -le dijo-. Tendrás que bailar
con tus zapatos rojos hasta que estés pálida y fría, y la piel se te arrugue, y
te conviertas en un esqueleto. Bailarás de puerta en puerta, y allí donde
encuentres niños orgullosos y vanidosos llamarás para que te vean y tiemblen.
Sí, tendrás que bailar”.
Condenada a vagar por el mundo danzando con las zapatillas
puestas. Aterrada y cansada, y sin poder detenerse un instante, le pide a un
verdugo que se apiade de ella y le corte sus pies para librare de su castigo. En el acto, las zapatillas se alejan y Karen puede descansar al fin. Lisiada pero aliviada.
Los sureños también nos sentíamos angustiados y pedíamos que
alguien, como el verdugo en las zapatillas rojas, nos cortaran los pies porque
no queríamos seguir bailando al son de la música de la secta del capullo; PSOE andaluz. Una organización que
prometió cien años de honradez pero no dijo cuando empezaba. Tampoco la
directora de esa orquesta, Susana Díaz,
de la que emana una balada oscura cuyas notas musicales, además de desentonar,
hacen estremecer, como la historia de Karen, al más pintado.
Andalucía, en definitiva, votó cambió a pesar de que los “tertulianos”
de este país apostaban por la continuidad del régimen. Podría decirse que los
medios generalistas, generalmente, mienten. Lo suyo es propagar bulos o, en el
peor de los casos, contentar a sus financiadores con sus trolas.
Los llamados “Fake News” apostaron por la victoria de Hillary Clinton a pesar de que tres de cada cuatro norteamericanos rechazaban la idea de tenerla de vecina. También hicieron una apuesta por el no en el referéndum del Brexit y, como siempre, fallaron en sus pronósticos. En las elecciones andaluzas, tras oír los cantos de sirena del CIS de Pedro Sánchez, realizaron otra campaña de desinformación que quedará en la historia para su vergüenza.
Los llamados “Fake News” apostaron por la victoria de Hillary Clinton a pesar de que tres de cada cuatro norteamericanos rechazaban la idea de tenerla de vecina. También hicieron una apuesta por el no en el referéndum del Brexit y, como siempre, fallaron en sus pronósticos. En las elecciones andaluzas, tras oír los cantos de sirena del CIS de Pedro Sánchez, realizaron otra campaña de desinformación que quedará en la historia para su vergüenza.
La memoria, queridos amigos, tiene las patas muy cortas pero
los socialistas tienen las manos muy largas. Por eso, y por otras razones que
las fake news no quieren percibir,
las fechorías de la mafia del sur tienen fecha de caducidad. La gente,
sencillamente, se hartó de ellos. Solo en Sevilla
la izquierda ha superado en votos al centro-derecha. Málaga,
que también habló en las urnas y tuvo dos puntos de participación por encima de
la media, hizo pagar a los socialistas su odio para con estas tierras bañadas por el mediterráneo.
El pueblo, hoy convertido por la Sexta en la encarnación del fascismo, dijo basta a que los socialistas pinten
bastos en sus vidas. A diferencia de Karen,
la protagonista del cuento de Andersen,
los andaluces no han esperado a que un asesino les corte los pies. Simplemente se
han calzado unas botas en los pinreles para golpear, y donde más duele, a los
miles de tertulianos, politólogos y vendidos a la garduña socialista. Sólo por ver la cara de Ferreras y compañía ha valido la pena.
¿Lo pillan? Ellos
tampoco.
Sergio Calle Llorens
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