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martes, 13 de junio de 2017

TAXISTAS

Si aceptamos a Arabia Saudí como animal de compañía en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, podemos incluir a China, aunque sea tras soltar una larga carcajada, en la lucha contra “el cambio climático”. Lo que no podemos tolerar, y en ningún caso, es llamar refugiados a la masa humana que está invadiendo el territorio europeo gracias a Frau Merkel y compañía. Refugiados, entérese bien, es aquel que se cobija en otro país huyendo de una persecución política, racial o religiosa. La mayoría que arriba a las costas europeas son, reconozcámoslo de una vez, africanos. Y llegan en masa porque hay una sobrepoblación en sus países. Aquí tienen algunos datos que demuestran el incremento de la demografía en algunas de esas naciones en muy pocos años.

·         Níger ha pasado de 30 a 70 millones.
·         Chad ha sobrepasado los 35 millones de los 14 que tenía.
·         Sudán ha alcanzado ya los 80 millones.

Les hablo de una población que busca una vida mejor lejos de las paupérrimas condiciones de vida en sus naciones pero, en ningún caso, huyen de persecución alguna. Estos africanos pagan 1500 euros por un viaje a Europa a través del mediterráneo. Las mafias que se dedican al contrabando de seres humanos ganaron, y solo el pasado año, la friolera de 300 millones de euros. Un gran negocio ya que los africanos se ponen en contacto con las organizaciones humanitarias en Italia para concretar puntos cercanos a la costa libia- unas 12 millas náuticas en la mayoría de los casos-y por eso son estas mismos organismos los que llegan antes que nadie a las barcas donde se encuentran los subsaharianos. Antes incluso que cualquier buque de la Armada Italiana. Según la ley internacional, al ser abordados en las cercanías de la costa libia, los pasajeros de esos barcos deberían ser llevados al puerto de mar más cercano, es decir al de Zarzis en Túnez. Pero lo que en realidad ocurre es que las propias organizaciones humanitarias les hacen de taxi a los futuros inmigrantes. Por lo tanto, se puede concluir que con el pretexto de rescatar a “los refugiados”, los gobiernos están transportando a miles de ilegales en operaciones que están haciendo de oro a organizaciones criminales que trafican con seres humanos. La propia agencia europea de la Guardia y Control de Fronteras- Frontex- acusa directamente a las agencias humanitarias- muchas de ellas financiados por George Soros- de estar ayudando a estos criminales.  Incluso ya hay jueces italianos que apuntan en la misma dirección. Por cierto, la única vez que se ha interrumpido este tráfico de taxis marinos fue cuando se produjo la última reunión del G-7.

También hay que dejar claro que solo un  26% de la población que arriba a Europa puede ser considerada como refugiada. Ante esta situación, que empieza a ser ya insostenible, la única solución posible, al margen de mandar al paro a los políticos responsables del desaguisado, es implementar una política de incentivos que ayuden a progresar a los países africanos para que su buena gente no tenga que buscar un futuro mejor en tierras lejanas. Y en cuanto a los refugiados musulmanes de los cuales, de momento, todavía  no se conoce ningún caso en el que hayan sido admitidos en sus fronteras por sus hermanos de religión. Por lo tanto, habría que exigir que hasta que Arabia Saudí no aloje a los sirios que huyen de la guerra  en sus 150.000 tiendas de campaña, todas con aire acondicionado, Europa se abstendrá de aceptar esta política de hechos consumados que consume al continente que ha dado la civilización más importante de la historia de la humanidad.


Sergio Calle Llorens

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