La línea que separa el éxito del fracaso, tanto en la vida
como en el deporte, es tan corta como la distancia entre Barcelona y Cornellá cuyo equipo de fútbol, el Espanyol, solo mete la pierna cuando juega contra los de Messi y Compañía. Los pericos parecen
estar contentos de disputar dos partidos al año al máximo nivel. Aún así, ser
blanquiazul en la ciudad condal tiene algo de resistencia india. Y en España sabemos mucho de indios aunque
no pertenezcamos a la nación Lakota-
mal llamada Sioux- y somos más del
pueblo Navajo al que, por cierto, la Corona española ayudó en vez de exterminar
como hicieron los anglos al norte de
Río Grande con todas las naciones
indias. Un genocidio que fue tomado como modelo por Adolf Hitler para acabar con
el pueblo judío. Pero lejos de las matanzas en Norteamérica que nos retrotraen a Wounded Knee y a otros tantos lugares regados con la sangre de los pieles rojas , hay unas ideas
preconcebidas y falsas que apuntalan la noción de que hoy los Estados Unidos de América no hace nada
por los nativos americanos que ,desgraciadamente, sufren los mayores índices de
pobreza y alcoholismo de todo el país. Por ello hoy comparto una serie de datos
que, además de acabar con estas ideas que explicarían el atraso de los
descendientes de Caballo Loco y Gerónimo,
van a sorprender a más de uno y de dos.
Tanto el BIA- Bureau of Indian affaires- como el BIE- Bureau of indian education- gastan muchísimo dinero en
estos pueblos. Solo la oficina de educación india destina unos 3 billones de dólares anuales en formar
a sus infantes. Además, el organismo cuenta con 9000 empleados, es decir que
hay un trabajador por cada 109 nativos. Incluso la inversión por cada niño
indio es de 20.000 dólares mientras que la media nacional por estudiante en la
tierra de las barras y estrellas es de 12.400 dólares. En materia sanitaria el Service Indian Health emplea la friolera de 4.6 billones de
dólares anuales en las reservas indias que, por cierto, tienen un 30% de los
recursos de carbón, un 50% de uranio y
un 20% de petróleo y gas. En conjunto, las
reservas indias tienen un valor de unos 1.5 trillones de dólares. Sin
embargo, los nativos americanos son, permítanme el comentario, como los
andaluces, los primeros de todo lo malo y los últimos de todo lo bueno. Ante
esta realidad, la pregunta es obligada;
¿Por qué? La respuesta es simple: la falta de libertad económica.
Los indios no pueden vender sus tierras por aquello de- Indian land in trust- que hace que el
gobierno federal tenga la titularidad de las mismas. De esta forma, ni los
nativos pueden venderlas ni nadie puede adquirirlas. Además, cualquier
actividad económica en las reservas se enfrenta a una
cantidad de burocracia, regulaciones y cargas impositivas que hace imposible la
creación de empresas. Solo para la actividad minera se necesitan 59 pasos y
pasar por el filtro de 4 agencias federales, lo que descorazona a cualquiera ya
que la deseada autorización puede tardar años.
La solución pasa por finiquitar el Trust System- y conseguir apartar del camino de los nativos a
tanto burócrata descerebrado. En otras palabras, libertad, libertad y más
libertad económica para que estos pueblos tengan el mismo éxito empresarial que
sus conciudadanos. En Málaga, que no
somos nativos americanos pero observamos la reserva andaluza como Toro Sentado miraba al Séptimo de Caballería, hemos demostrado
lo que se puede hacer cuando dejamos atrás el lastre de la Junta y sus camisas azules. Y es que comanches, apaches,
cherokees o malacitanos queremos romper las cadenas y escapar de las
reservas.
Sergio Calle Llorens
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