A la hora de mentir, está científicamente probado, hay que
tener en cuenta el grosor del embuste, la vanidad y la estupidez del
destinatario. Yo, particularmente, nunca miento a la gente; se mienten ellos
mismos. Un buen mentiroso les da a los lerdos lo que quieren oír. Voy a darles
varios ejemplos; George W Bush, en un discurso en el centro
Islámico de Washington en 2001, diciendo que como nos enseña el
Corán cuando ese tío no ha
leído un libro en su vida. Barack Obama
afirmando que los salvajes del Isis decapitando a
soldados norteamericanos eran ajenos al Islam y que, de alguna manera, esos terribles actos tenían menos
que ver con esa religión que con cualquier fe a pesar de que esos barbudos
gritaban “Ala es grande” cuando
despegaban las cabezas de los cuerpos de esos pobres desgraciados. La verdad es
que yo no imagino a un budista, ni
siquiera a un testículo de Jehová,
decapitando en nombre de su religión. Los
bobos, como siempre, se tragaron las patrañas.
Este tipo de argumentación ridícula en defensa del Islam suele producirse tras un ataque
terrorista islámico. En esos momentos en los que a muchos se nos afila el
colmillo, millones de personas se convierten en expertos en los dogmas de Mahoma. Entonces todos los
esfuerzos son necesarios para darnos la barrila sobre la pureza y las buenas
intenciones del cabrero analfabeto de Arabia. La realidad, por
supuesto, es bien diferente y es que en el
Corán hace parecer al Mein Kampf de
Hitler como un libro apto para menores. Lo peor de estos turiferarios
occidentales de la región islámica no es solo el intento de hacernos creer que los
mahometanos viven como en el bosque de los cien acres de Winnie the pooh, sino que sus dogmas son compatibles con occidente.
Ahora estos trovadores de la mentira andan ocupados en demonizar a aquellos que
denunciamos los siguientes datos:
·
En
Francia la natalidad está bajo mínimos y no supera el 1,8 %. En cambio, la
de la población musulmana asciende a un 8.1 y en ciudades como Marsella o Paris
la cifra se eleva hasta el 45%. La conclusión es simple; a este ritmo el país
galo será una república islámica en el 2050.
·
En
España, donde nacen menos niños que gorriones, hemos pasado de tener a 15.000
árabes hace 50 años a contar hoy con 2,5 millones.
·
Los Países
Bajos tendrán altos números de musulmanes que convertirán, si nadie lo
remedia, uno de los lugares donde se aplicará la Sharia sin descanso.
·
En
Dinamarca, donde se aplica la excepción religiosa para que los hombres
musulmanes puedan casarse con niñas- en realidad cuando se produce un
matrimonio con una niña el juez de turno les permite vivir en la misma casa pero en
habitaciones separadas- el proceso de islamización parece ya irreversible.
A pesar de la tozuda realidad,
los cretinos pegados a lo políticamente correcto tipo “Ni un día sin reporterismo y tal”, tratan de vendernos la moto de que aquí no pasa nada. Por eso surgen monstruos como la señora Le Pen que va camino de ganar las
elecciones francesas, aunque luego caiga en la segunda vuelta por la unión de
todos los demás candidatos.
No estaría mal que los pánfilos
responsables de la desinformación que aquí relato fuesen enterrados con el culo al aire para
que los mahometanos aparquen sus bicicletas. El heraldo perfecto de lo que se
nos avecina.
Sergio Calle Llorens