Pasaban unos segundos tras la medianoche y una voz con
marcado acento castellano saludaba a España desde un micrófono; “Buenas noches
y saludos cordiales”. Era José María
García un periodista al que se le ponían firmes los Ministros y los
Secretarios de Estado para el Deporte. Y de eso iba su programa aunque él no
fuera experto de ninguno. Empero, trabajaba más que nadie y llegaba antes a la
noticia que la competencia.
Sus coletillas se hicieron famosas en todos los rincones del
país; “Ojo al dato”, “cantamañanas”, “abrazafarolas”.
Todos le temían y casi todos le envidiaban porque no se casaba con nadie, al
menos al principio y ni siquiera parecía importar que fuera seguidor acérrimo
del Real Madrid o votante de la derecha porque su rigor periodístico e
independencia estaban por encima de todo.
Recuerdo aquellas noches en las que entrevistaba al Presidente de la Federación de Tenis de
Mesa o petanca por un supuesto escándalo económico. García escuchaba,
ejercía de Fiscal y Abogado Defensor y luego, indefectiblemente, dictaba
sentencia contra la que no cabía apelación posible. También me viene a la
memoria como hizo temblar al Presidente
de la Federación Catalana de
Fútbol cuando éste en la “Nit del fútbol
catalá” propuso, tal vez con dos copas de más, que el equipo de esa región
se clasificase directamente para la competición de la UEFA. El pobre hombre no
sabía dónde meterse tras el chorreo del
periodista.
Luego llegó el García próximo al poder que defendía a sus
amigos por el hecho de serlos. Una lenta y agónica decadencia cuya sentencia de
muerte fue firmada por aquellos que no querían que informara sobre el pelotazo
que había dado el Real Madrid, y en
connivencia con el PP de Aznar, para fichar a jugadores de alto cache estando el club de Concha Espina en la más absoluta de las ruinas.
A veces he fantaseado que pongo el aparato de radio y
escucho la voz de García criticando
abiertamente la enésima agresión de Cristiano
Ronaldo. Lo imagino poniendo en su sitio al altivo portugués por decir que
la patada al jugador del Sporting de
Gijón- club simpático donde los haya- fue algo instintivo. Entonces pienso
en el silencio de “la central lechera” que constata que cualquier tiempo pasado
fue peor, a excepción del periodismo patrio. Ese Héctor Fernández cuyo modelo de entrevista es de rodillas y primera
succión, segunda y tercera para despedirse con un; ciao, ciao, ciao ciao, ciao.
Ese De la Morena con su sectarismo
inaguantable que ahora superan los Manolos
y Josep Pedrusco. El catalán ha dejado, por cierto, una frase impagable
tras quedar noqueado por un periodista del Real
Madrid que le acusaba de manipular; “Te quito la palabra porque una cosa es
la libertad de expresión y otra el libertinaje”. Pagafantas que militan en la Regional
Preferente de la información periodística seria. Personajillos que no soportan
la más mínima crítica. A todos ellos habría que recordarles que si no les gusta
la crítica, pueden meterse a sexador de luciérnagas. A ver si ven la luz de una
puñetera vez.
Desafortunadamente, García
no volverá porque a nadie le interesa el retorno de un periodista que
podría sacar a los borregos del redil de la ignorancia.
¡Vuelve García!
Sergio Calle Llorens
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