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jueves, 10 de diciembre de 2015

¿DONANTE DE ÓRGANOS?

Hace unos días pensé en la posibilidad de hacerme donante de órganos. Sin embargo, tras una prolongada reflexión sobre el asunto, unos cinco minutos más o menos, decidí que no era una buena idea.   Creo que la imagen de mi corazón palpitando feliz en el cuerpo de un alto cargo de la Junta de Andalucía fue más que  suficiente para borrar de golpe mi altruismo. Luego vino a visitarme un angelito para susurrarme al oído que cientos de criaturas podrían  necesitar mis órganos vitales algún día. De nuevo, la visión de mi cuerpo en la morgue donde una bella señorita trabajaba curiosa sobre él, me hizo desistir por completo.  Además pudiera ser que mi pene-más conocido como el miembro o también llamado el superior- fuese trasplantado al cuerpo de un socialista andaluz impotente. Y claro, lancé al angelito por los acantilados.  En serio, yo a esta caterva no le doy ni la hora, ni la mano en un naufragio y mucho menos el cipote para dar a las mujeres trote.

En cualquier caso, yo no tengo la culpa de que el personal se muera en la cochambrosa taifa del sur.  Y si tan capital es que el pusilánime siga deambulando por este valle de lágrimas dominado por “Cara Caballo”, pues que destinen los recursos de Canal Sur a los hospitales. A mí que no me miren.  Yo estoy aquí para contarles las verdad que, como dijo un gran hombre, es lo más revolucionario que se puede hacer. Especialmente en una autonomía cuyo nombre debería estar recogido en el código penal como delito gravísimo.

Por otra parte, da igual que la muchachada corra cada mañana por los Paseos Marítimos o deje de beber porque se van a morir igual. Incluso antes de lo que esperan.  Y el óbito, insisto, no  tendrá nada que ver conmigo. Por otra parte, no es solo el código genético lo que nos condena sino el código postal. La ignorancia mezclada con la pobreza.

Entiendo que mis palabras pueden herir susceptibilidades pero, como dijo aquel, se escribe para ofender a alguien pues en caso contrario estamos escribiendo un ensayito sobre las relaciones públicas. Por eso me alejo de la corrección política esperando, de alguna manera, que la turba despierte de su letargo.

Señorías;  En el sur, no tenemos, ni lo tendremos jamás, Estado del bienestar sino el bienestar del Estado que representa el gobierno confiscador de Andalucía.  Una administración que coarta la libertad con mayúsculas donde a los niños no les enseñan a pensar por sí mismos, sino a pensar de una determinada manera. Un mando que condena al trabajador a unas faenas mal pagadas o a la emigración. Una gerencia en verdiblanco que incluso decide que si uno se encuentra en estado terminal no pueda ir a la Terminal del aeropuerto a escapar con el dinero.  Y encima, con todo el morro, quieren que yo les done a estos indeseables el hígado, los riñones y hasta los testículos de Jehová.  Pues ya les digo que no y que me critiquen cuanto quieran porque, como decía Faulkner; el crítico suele ser el eunuco en las bacanales.

¡Donante sí, pero de orgasmos!


Sergio Calle Llorens

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