No hay que ser un lince
ibérico para ver que los revolucionarios pretenden hacer avanzar al mundo a
base de destruir lo que a ellos no les gusta personalmente y conservar, si
pueden, lo que les place. Por el contrario, los no revolucionarios pretenden
conservar aquello que les gusta y destruir lo que los revolucionarios quieren conservar.
De ahí que la historia del mundo sea tan terriblemente complicada.
En la región
Catalana tenemos a gente que quiere iniciar un proceso revolucionario que
ponga a un Estado de rodillas mientras, más de la mitad del electorado quiere
conservar el pasaporte español que te abre las puertas de todo el mundo. Sin
embargo, hay algo que todos aman por igual y piden conservar; el dinero. Pujol que robaba en nombre de una
patria inventada. Antonio Baños, líder de la CUP, que llegó a mandar un
artículo sobre el concierto de David
Bisbal en Barcelona sin saber
que se había suspendido. Mas que
quiso ser Cambó pero que está más
cerca de que lo cambien por gafe, inútil y mentiroso. Durán cuya vida política tras la separación de CIU no va a durar mucho. Y a estas, una declaración unilateral del
inicio de un proceso de secesión que tiene menos valor que la afirmación del
marido de no dejar entrar más a la suegra en casa. Es una cuestión de precio y éstos
revolucionarios catalanes tan díscolos, pero cobardes, no están dispuestos a
pagarlo. Habrá nuevas elecciones, nada más.
De todo lo expuesto se puede deducir que no habrá revolución
alguna y que el mundo, y eso incluye a España,
seguirá avanzando, que no progresando, bajo el hechizo de millones de idiotas
que parecen haber olvidado que no saldrán vivos de él y que se trata de dejar
un lugar mejor del que heredamos de nuestros padres. Yo, que solo aspiro a un
mediterráneo calmado, a unas viñas verdes y a unos almendros en flor, quisiera
huir de todos estos farsantes que son una rémora para conservar nuestra única
fatuidad vital; el juicio.
Sergio Calle Llorens
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