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lunes, 2 de noviembre de 2015

EMBELECOS

No hay que ser un lince ibérico para ver que los revolucionarios pretenden hacer avanzar al mundo a base de destruir lo que a ellos no les gusta personalmente y conservar, si pueden, lo que les place. Por el contrario, los no revolucionarios pretenden conservar aquello que les gusta y destruir lo que los revolucionarios quieren conservar. De ahí que la historia del mundo sea tan terriblemente complicada.

En la región Catalana tenemos a gente que quiere iniciar un proceso revolucionario que ponga a un Estado de rodillas mientras, más de la mitad del electorado quiere conservar el pasaporte español que te abre las puertas de todo el mundo. Sin embargo, hay algo que todos aman por igual y piden conservar; el dinero. Pujol que robaba en nombre de una patria inventada. Antonio Baños, líder de la CUP, que llegó a mandar un artículo sobre el concierto de David Bisbal en Barcelona sin saber que se había suspendido. Mas que quiso ser Cambó pero que está más cerca de que lo cambien por gafe, inútil y mentiroso. Durán cuya vida política tras la separación de CIU no va a durar mucho. Y a estas, una declaración unilateral del inicio de un proceso de secesión que tiene menos valor que la afirmación del marido de no dejar entrar más a la suegra en casa.  Es una cuestión de precio y éstos revolucionarios catalanes tan díscolos, pero cobardes, no están dispuestos a pagarlo. Habrá nuevas elecciones, nada más.

De todo lo expuesto se puede deducir que no habrá revolución alguna y que el mundo, y eso incluye a España, seguirá avanzando, que no progresando, bajo el hechizo de millones de idiotas que parecen haber olvidado que no saldrán vivos de él y que se trata de dejar un lugar mejor del que heredamos de nuestros padres. Yo, que solo aspiro a un mediterráneo calmado, a unas viñas verdes y a unos almendros en flor, quisiera huir de todos estos farsantes que son una rémora para conservar nuestra única fatuidad vital; el juicio. 


Sergio Calle Llorens

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