Los westerns eran películas de buenos y malos- no hace falta
decir quienes aparecían como malvados- hasta que llegó John Ford y mandó parar. Fue
él quien contribuyó, con su forma de entender la vida, a elevar al género
al Olimpo de los Dioses. Uno de sus
trabajos que más he admirado es “The
Searchers” que en España se
llamó “Centauros del Desierto”. En esta película, el protagonista Ethan Edwards- John Wayne-vuelve tras tres años de ausencia Una guerra perdida
en el lado Confederado y otras batallas en la guerra revolucionaria de Méjico. Tiene oro en sus bolsillos de
dudosa procedencia. Wayne, en cualquier caso, se lanza a la búsqueda de su sobrina
secuestrada por los Comanches. Una historia que está basada en la vida de Cynthia Ann Parker que pasó más de tres
décadas viviendo con los indios. A diferencia del libro que narra su vida, la
película de Ford se centra en el tío que odia profundamente a los “pieles rojas”. Y tanto les odia que incluso llega a dispar a
los ojos de un comanche muerto para que no pueda encontrar su paso al paraíso
convirtiéndose así en un “wanderer”.
Empero, Ethan Edwards nos va
mostrando poco a poco que tiene mucho más que ver con la gente a la que odia
que con aquellos que dice representar.
Si en la historia real, Cynthia
Ann Parker volvió tras ser rescatada de su nueva familia india donde vivía
esposada con un comanche y morir de tristeza, la sobrina de Ethan vuelve tras ser rescatada por el
hombre que odia al pueblo que ha hecho suyo. Sin desvelar el final, diré que es
una de los mejores trabajos que mejor ha tratado el racismo de los anglosajones
con los nativos americanos.
Hay algo ocurso en el personaje que interpreta John Wayne;
su forma de hablar que se pausa cuando se enfada. Sus andares de héroe. Esa
manera de conducirse por la frontera que va más allá de consideraciones
políticas sobre el actor. Pareciera que su persona fuese la prolongación de las
contradicciones de un país, de un director y de un actor que se desnudan ante
la cámara con todo lo bueno y lo malo que eso implica.
Muy interesante ver la prosa poética de Ford en la fotografía y los diálogos. Un trabajo, sin duda,
excepcional que tienen dos momentos mágicos para un servidor; el primero tiene
que ver con esa frase de “that`ll be the
day” que dice constantemente John
Wayne en la película y que fue usada
por Buddy Holly un año más tarde en
un tema que le haría famoso en todo el mundo.
Hablamos de 1956 y 1957 respectivamente y, desde entonces ambos no dejan de recibir halagos como si todavía hubiera
más palabras en los diccionarios de todas las lenguas para alabarles. La
segunda, pero no menos importante, es cuando un oficial confederado le dice que
no le vio el día de su rendición y,
Ethan- John Wayne- responde “que nunca ha creído en las rendiciones”. Por
eso, todos aquellos que amamos las obras maestras y no creemos en las
rendiciones, hemos de seguir imaginando a John Wayne caminando por las llanuras
de las viejas fronteras en busca de un nido de paz que, aunque sea por un
tiempo corto, nos guarde de todas las contradicciones y traiciones de este
miserable mundo. Seguiremos buscando. No
nos queda otra.
Sergio Calle Llorens