Me invitan a
jugar al golf en un campo cercano a casa. Y allí acudo a disputar un simulacro
de competición con un familiar muy aficionado a esta modalidad deportiva que,
me digo, no debe de ser muy difícil. Al fin y al cabo usar un palo para meter cosas en un agujero
no se me da mal del todo. En la provincia de Málaga tenemos 55 campos de golf
con un impacto económico anual de más de 1000 millones de
euros. El resto de provincias sureñas no son rivales pues la segunda que tiene
más campos de golf es Cádiz con 22,. El resto de campos se reparten de la siguiente forma; Huelva 10, Almería 9, Sevilla 6 , Granada 3 y Jaén 1. Ni
siquiera la Costa Blanca con 22 campos o la Costa Brava con 18 son rivales para
Málaga pero, por supuesto, la Zorra de Andalucía llama a este enclave
malagueño; Andalucía Costa del Golf.
Afortunadamente, la Diputación malagueña sigue sin cambiar su eslogan de
Málaga- Costa del Golf. Más que nada porque lo que es nuestro es nuestro. Y ya
va siendo hora de que se enteren.
Lo curioso
de este deporte es que es el único que no tienes al rival enfrente y eso, digo
yo, facilita el hacer negocios y las amistades aunque te estén machacando en el
plano competitivo. Mi pariente es profesor de filosofía y, mientras me humilla,
diserta sobre Santo Tomás de Aquino. Ese gran hombre que durante el siglo XIII
buscó reconciliar la filosofía aristotélica utilizando tanto la razón como la
fe en el estudio de la metafísica, filosofía moral y la religión. Le recuerdo
que el personaje aceptaba la existencia de Dios como una cuestión de fe pero
propuso cinco pruebas de la existencia del todopoderoso creador. Y para pruebas
la que yo tenía delante embocando hoyos y más hoyos con muy poco acierto. En
cualquier caso, yo soy muy de Platón cuando afirmaba que el verdadero
conocimiento humano se obtiene directamente del mundo espiritual, sin
mediadores, sin iglesias y sin misas. Eso que los antiguos llamaban gnosis. Con
ello, aunque de forma educada, le digo a mi allegado que se puede meter a Santo
Tomás por donde le quepa. Después de
todo, los dominicos eran defensores de la Teología de Aquino inspirada en
Aristóteles y enemigos de todo lo que significaba rescatar a Platón del olvido.
Dominicos tomistas que a un servidor le han olido siempre a azufre. Si mal no recuerdo, le digo, existe en los
Uffizi de Florencia un busto de Platón atribuido al escultor griego Silanión que
fue el único que retrató en vida al filósofo por orden del Rey
Mitríades en el 325 A.C. Es muy probable que el busto florentino sea una copa
ya que, en efecto, presenta una asombrosa similitud con el apóstol Simón en la
última cena. A estas alturas de la competición mi atención se fijaba en los
veleros que navegaban en el mediterráneo. La partida, obviamente, estaba
más que perdida.
Ya en el bar
me comenta mi compinche que la tortilla de patatas que degustamos fue creada
por el cocinero del General Carlista Zumalacárregui. La mañana va de
reaccionarios pero, la tapa está realmente buena acompañada por una cerveza
bien fría y sigo como si nada. La barra del bar es como el golf; el acompañante
a tu lado pero con más cháchara y todo mucho más barato. A nuestro lado se
sienta un matrimonio inglés que se
decanta por una de calamares. Su presencia
le recuerda a mi familiar el libro que está leyendo; De secretis et naturae
operibus del monje inglés Fray Roger Bacon. Un célebre inventor y acusado de
herejía por el Santo Oficio. Una obra
que recoge diez maneras diferentes de esconder un mensaje en una obra de arte. Creo
recordar que existe una copia del manuscrito en la biblioteca de Santa María
delle Grazie de Milán donde está il Cenacolo de Da Vinci. Un libro cuyas
enseñanzas debería aplicar para no molestar a nadie en la jodida Andalucía.
Después de todo, escribir de forma criptográfica debe de ser mucho más fácil que
introducir la bolita en el dichoso hoyo. Y en estas que nos fuimos a dar un
baño en la patria salada donde nació la madre de todas las filosofías.
Sergio Calle
Llorens
No hay comentarios:
Publicar un comentario