Unos
mensajes en las redes sociales y me ha vuelto a sobrevenir una tormenta. En
ellos destacaba el potencial económico de Málaga lo que ha sido interpretado por un ataque a otras ciudades. Fíjense que cuando digo que la
provincia está a la cabeza del consumo de estupefacientes todos aplauden con
gran regocijo. Ahora bien, si hablo bien de los míos se arma la de San Quintín. Ocurrió esta mañana y he recibido 650
mensajes privados afeándome la cosa y 123 insultos. Y digo y que si los
andaluces, vaya usted a saber lo que es eso, no quieren a los malagueños
pues la cosa es bien simple; concedan la libertad a estas tierras levantiscas y
no vuelvan a pisar nuestras playas.
De igual
forma que empecé a escribir sobre la corrupción andaluza en la taifa del sur
motivado, me duele la mano de explicarlo, porque casi ninguna pluma se ocupaba
de ello, si dedico alabanzas a Málaga es porque ningún medio andaluz de fuera
lo hace. Y no digamos ya la RTVA. Les pondré un ejemplo; el aeropuerto de
Málaga- Costa del Sol ha recibido la friolera de 1.705.182 pasajeros en el mes
de Julio y el de Córdoba 550, Canal Sur habla de los magníficos datos
registrados en los aeródromos andaluces pero, ya les digo, sin mencionar el mío.
Dicho de otra manera, si ellos hicieran bien su trabajo, yo no andaría por la
red presumiendo de datos económicos. Además, lo normal es siendo malagueño es
que ponga en valor las cosas de casa aunque, visto lo visto, me iría mucho
mejor escribiendo sobre el futuro turístico de Guarromán.
Curiosamente,
y por estas mismas fechas el año pasado, recibí un aluvión de críticas de mis paisanos por
escribir mal sobre la Feria de Málaga y, por rellenar algunas cuartillas con
textos en la lengua de Pla. Un atentando, según mis simpáticos paisanos,
a la buena esencia del ser malagueño. Tampoco me pregunte usted qué coño es
eso.
Es verdad que nunca he estado suficientemente engañado en relación a estas cosas. Mi triste escepticismo me hace abrazar todo tipo de catástrofes. Nadie me puede engañar porque ya no creo en casi nada. Limito al norte con las frías brumas de la incredulidad y al sur con un mar sabio que no entienden los no mediterráneos.
Es verdad que nunca he estado suficientemente engañado en relación a estas cosas. Mi triste escepticismo me hace abrazar todo tipo de catástrofes. Nadie me puede engañar porque ya no creo en casi nada. Limito al norte con las frías brumas de la incredulidad y al sur con un mar sabio que no entienden los no mediterráneos.
Escribir es,
como dijo alguien en cierta ocasión, es meterse en problemas pero, si dejara de
hacerlo, mi problema sería vital. Como siempre afirmo; yo estoy por el
desarrollo de Málaga pero no estoy contra nadie y, no creo merecer todos esos
calificativos pero no puedo hacer otra cosa que ignorarlos porque no hay mejor
desprecio que el que no hace aprecio.
De todas
formas es muy duro, no ya que el personal no acepte mi pluma afilada, sino que
ni siquiera me permitan narrar los éxitos colectivos de mi provincia. Repito, y
si tanto les estorba Málaga, con dejarla fuera de Andalucía el asunto está
completamente solucionado. Así la taifa del sur podría ser como Cataluña con
una única urbe importante. Seamos claros, ni nos quieren ni nos querrán jamás.
Éste es un buen momento para el divorcio definitivo. La Junta debería marcarse
un Groucho Marx y, si bien nunca olvida una cara, podría hacer con la nuestra
una gran excepción. Por mi parte, estoy por la labor de olvidarme de todos y de
todo. ¡Collons de Deú!
Sergio Calle
Llorens
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