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martes, 19 de mayo de 2015

DESPEDIDA

El macuto de un soldado es como el bolso de una mujer; un claro ejemplo de su personalidad. Como no es de recibo hurgar en el bolso de una dama, uno siempre puede sumergirse en su biblioteca, si es que tiene, para imaginar de qué forma tiene amueblada la azotea que domina su pensamiento. La literatura es un faro vital al que agarrarnos en esta existencia. El lujo de la lectura es un refugio que nos acaricia el alma. Y no hay mejor caricia que una buena conversa con una damisela instruida a base de experiencia y lecturas. Llega un momento en la vida en la que, indefectiblemente, hay que perder el culo por una buena cabeza. De mi amiga lo sé todo y no hay más que añadir salvo que nunca he entendido que, pese a todo lo que sabe, siempre camine por el peligroso desfiladero que conduce a ese personaje sombrío cuyo cuello siempre ansían mis manos.

Hablamos con unas trufas y un vino tinto en la quietud de la noche. La suave belleza de una montaña que se curva en el nocturno. Debatimos de cómo trabajar para alcanzar las estrellas y no estrellarnos. Compartimos el código Rocker, ese que empuja a pelear siempre. Todo es prescindible, me dice, menos el corazón le replico. Mi amiga parece haberse dejado las ganas de luchar en otra vida, tal vez casi no le quede vida. Le recuerdo que juramos que la derrota no tendría cabida en nosotros y que, costara lo que costara, alcanzaríamos nuestros sueños. Desgraciadamente, en demasiadas ocasiones los sueños son asesinados como Macbeth.  Ella, ya les digo, es experta en la vida y en esas tragedias que tan bien contaban los griegos.

 Se hace tarde y los dos intuimos un destello de reconocimiento en la mirada. Mi compañera de aventura debe marcharse a escribir las páginas blancas del resto de sus días y yo, amigo de años, he de dedicarme a vaya usted a saber qué.  Comienza a tararear ese clásico de those magic changes que evocan tiempos felices de una ciudad diferente  poblada de tribus urbanas. Recordamos esos chupitos bebidos en aquellos garitos de Pedregalejo. Rememoramos los baños nocturnos en el mar al claro de la luna y seguimos con los recuerdos hasta que el silencio se impone. Nos despedimos con un fuerte abrazo. Veo como se sienta junto a la ventanilla. A pesar de su altura, parece pequeña y asustada. Le lanzo un beso justo en el momento en el que una lágrima cae por su mejilla y la maquina comienza a perderse en las arterias de la noche  con rumbo desconocido. No puedo dejar de pensar en todas esas maravillosas mujeres maltratadas por sus parejas. Ellas que, por si no lo sabe yo se lo digo, son el pilar fundamental de la vida. Y por ellas estamos aquí.

Huye mi amiga, tras diez años largos de infierno en matrimonio, dejando un vacío doloroso en mi alma. Espero que el tren de la vida no vuelva a descarrilarle. Al menos me queda el consuelo de que en su bolso lleva esas fotos testigos de un pasado que si no fue mejor, al menos lo parecía. Ojalá que mi rostro no se difumine  en el ático de su memoria con el paso del tiempo . Dios quiera que encuentre un tío que, además de merecerla, entienda que Dios creó al hombre y luego tuvo una idea mejor.

¡May be the force be with you!


Sergio Calle Llorens

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