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viernes, 23 de enero de 2015

BONOS Y MALOS

En Europa tenemos dos Bonos; uno es un artista irlandés que canta muy bien, y el otro es un político español que siempre da el cante. Lo último ha sido la reunión entre el manchego y los líderes de Podemos, a la que también asistió un zote llamado Zapatero. Ese soplanubes que nos llevó a la más abosoluta de las ruinas. Tras hacerse pública el encuentro, el personal se ha echado las manos a la cabeza. En cambio, soy de los que piensan que lo más natural para Bono, el español, es reunirse con gente de la calaña de Pablo Iglesias.

Recordemos que Bono viene de una familia de camisas azules, es decir, falangista. Esa rama del fascismo ideológico que aspira, como el comunismo o el nacionalsocialismo, a tomar el poder y no dejarlo jamás. Movimientos que, en algunos casos, llegan a ganar unas elecciones para terminar con todas las libertades individuales o colectivas. Podemos entronca a la perfección con esa forma de actuar y de pensar. Esos procesos consituyentes que abren, aprovechando el descontento general, para imponer, un cuarto de hora después, una dictadura en toda regla. Todo revestido de un mantra de justicia social con las nacionalizaciones que tanta gustan a los incapaces. La España autárquica de Franco tuvo que despedir a esos inútiles ministros falangistas para echarse en manos de los tecnócratas del Opus Dei. Venezuela o Cuba son otros dos ejemplos ilustrativos de economías intervenidas llevadas al más absoluto de los desastres.

Bono, por tanto, se siente cómodo obedeciendo a un líder supremo. Esa frase suya de "mi presidente me ha ordenado" cuando era ministro de Defensa dice mucho de la mentalidad cuartelera del individuo. Por eso, no entendió nunca a Tony Blair, al que llegó a insultar en público, renegando de la tercera vía del laborismo británico ya que lo suyo es la vía de escape de los incapaces.

Bono se ha reunido con Iglesias porque lo considera, aunque sea inconscientemente ,uno de los suyos. Además, estoy convecido de que Pepe sabía que la reunión secreta se terminaría conociendo. Así, por un lado Zapatero y todos los críticos daban un guantazo en toda regla en la cara del blandito Sánchez y, por el otro, el hijo del falangista volvía al candelero, como le gusta, para ser entrevistado y recordarnos, una vez más, que ni los más caros logopedas han podido solucionar su torpe parla. Al menos, la reunión, supuestamente secreta, nos ha enseñado que a Pablo Iglesias no le importa tener trato con la casta a la que aspira, por supuesto, a sustituir. Una vez más queda claro quienes somos los "Bonos y quienes los malos".

Sergio Calle Llorens

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