Llorar no es bueno ni malo, sino todo lo contrario. Todo
depende del lugar, del momento y de las circunstancias. Un valiente puede
derramar lágrimas de cocodrilo por la muerte de un familiar e, incluso, porque
se le ha caído su celular en el inodoro. Ya les digo, todo depende. Lo que pasa
es que plañir en una entrevista de
radio, y en directo, es una de las cosas más patéticas que he tenido la
desgracia de presenciar.
Mira que hay cosas por las que sollozar pero, en ningún
caso, por la independencia de un territorio que
jamás lo fue. Ese Junqueras
que lagrimea porque no es capaz de conseguir su loquinario deseo, muestra que
no es hombre ni para presidir una comunidad de vecinos. Si ha sido incapaz de
mantener la presión por haberse dejado engañar por el patético Mas, cómo podría aguantar las
embestidas de un Estado con larga tradición en el mundo. La respuesta es
evidente; no podría porque no tiene madera de guerrero.
Al margen de que las razones históricas, jurídicas y democráticas
están del lado de España, para salir
airoso de un combate tan peligroso, se necesitan agallas y ganas de vencer al
adversario. Eso significa pagar un altísimo precio que la gran mayoría de
catalanes no está dispuesto a ello. Y es
que hay demasiado Cava para tan pocas bocas nacionalistas.
Para vencer hay que tener una voluntad de hierro. Junqueras, no la tiene, simplemente es
otro patético personaje que carece de las agallas se requiere para estos
requiebros de refriega. Algunos de TV3 dirán
que le criticamos porque tenemos envidia de su belleza, de su careto de John Wayne y de sus andares a lo Brad Pitt. En fin, la locura de los
directivos de esa tele regional no tiene límites. Me pregunto de qué árbol se habrán caído.
Simplemente añadiré que sus sollozos son música para mis oídos.
Junqueras, y los que son como él, no
entienden nada de trazar líneas de vida o muerte con una espada ropera. Esos
duelos en los que no hay ni rastro de sarcasmos porque una hoja afilada se
tiende amenazadora cerca de sus cebados cuerpos. Ataques rectos y limpios con
las intenciones del turco frente a ese espíritu guerrero tan falso como los actores que fingen fusilamientos de rivales ideológicos. Con
esos golpes de aceros, con la vizcaína cruzada sobre el pecho, la farsa llegaría a
su fin. Y el mismísimo líder de ERC lloraría de puro terror al ver a los viejos
soldados del Rey en posición de combate. No haría falta más para que corriera
como la gran gallina que es. Seguro que volvería a llorar de rodillas al
contemplar la luz limpia y luminosa que debió alumbrar al mundo el mismo día de
la creación. De sus labios saldría un elocuente; “Cuartel”.
Sergio Calle Llorens
Con tu permiso voy a publicitar esta entrada. Porque es de lo mas brillante que he leído últimamente. Mis respetos hacia ti.
ResponderEliminarGracias amigo. Publica lo que quieras y en todo momento. Sólo escribe mi nombre para que no te lleguen a ti las querellas. Un abrazo.
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