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jueves, 30 de octubre de 2014

LA MEDALLA DE ANDALUCÍA


Me parece muy mal que la Junta de Andalucía haya comenzado los trámites para retirarle la medalla de la taifa a Isabel Pantoja. Seamos justos; la condecoración le fue otorgada a la artista sevillana por pasear el nombre de la región por el mundo. Y creo que ha desempeñado ese papel a la perfección. Es más, no hay ninguna persona viva, o muerta, que personifique mejor lo que representa la República Bananera de Andalucía; Sus taras mentales. Sus corruptelas. Sus tejemanejes.  En otras palabras, la folclórica es la mejor embajadora del latrocinio institucionalizado del gobierno andaluz.

Isabel y sus miles de seguidores, entre los que destacan el Mocito Feliz y Gaspar Zarrías, deberían seguir llevando esa medalla hasta el día de su muerte. También todos aquellos turiferarios, entre los que sobresalen los periodistas que viven en posición genuflexa con la Junta, deberían de portar, y a diario, esas grandes medallas para que los honrados ciudadanos pudiéramos señalarlos con el dedo. De esta manera tan simple, podríamos evitar la compañía de aquellos que colaboran, o colaboraron, con La Garduña Socialista.

Isabel Pantoja debería guardar esa medalla porque es la mejor imagen de la estupidez absoluta de un pueblo; el andaluz, convencido de que no hay nada peor que ser ciudadano crítico e independiente. La artista con el gordinflas de su hijo. La cantante besando al Cachulo en el Rocío. La niña bonita enseñando dientes paseando por las calles de Marbella. Elijan la imagen que quieran, porque cualquiera de ellas constituye el símbolo de un tiempo que hemos de mantener presente en nuestras retinas para desterrarlo para siempre en un futuro cercano.

Y mientras la luna decreciente de Isabelita es evidente, se acrecientan los golpes de efectos de los socialistas; Susana Díaz pidiendo más dinero a UGT por el fraude de la UGT y, a su vez, Méndez buscando almas cándidas que crean sus propuesta de código ético. Lo de Pantoja se engloba en esa línea de echar balones fuera. Pero yo sé que un pueblo que tiene memoria de coleóptero, es capaz de olvidar los rostros de aquellos que nos han llevado a esta miseria moral, económica y colectiva. Desastre que tiene un nombre: Autonomía andaluza.

No, Isabel Pantoja no debe quitarse esa medalla de Andalucía ni al agacharse a recoger el jabón en las duchas de la cárcel de Alhaurín donde ya la espera su otrora rival sentimental. Ese símbolo debe rozar su piel hasta que los jodidos andaluces del régimen nos devuelvan hasta el último céntimo robado en estos últimos 35 años.


Sergio Calle Llorens

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