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viernes, 12 de septiembre de 2014

ORENGA Y SAEZ


Larry Bird solía afirmar que entrenaba tan duro porque no sabía si había alguien hay fuera trabajando más intensamente que él. Y es que a veces con el talento no basta. De eso deberían haber sabido algo los Campeones del Mundo y de Europa de nuestra selección de baloncesto. Sin embargo, lo que ocurrió en las horas previas al encuentro no tiene desperdició;  Ricky Rubio grabando un anuncio 24 horas antes del partido de cuartos ante los galos. Marc Gasol en Barcelona para conocer a su nuevo hijo. Su hermano que estaba lesionado le acompañó para que no se perdiera. Un esperpento que terminó en tragedia nacional justo antes de que la noche le diera el beso de Judas a la madrugada.

En verdad la línea que separa el éxito del fracaso es muy fina. Un triple que entra sobre la bocina en posición forzada puede acallar el pobre planteamiento de un entrenador. Sin embargo, la España de Pepito Sanz no tiene defensa alguna.  No perdimos por la brillantez del contrario sino por los inmensos errores de planificación que dejó a los nuestros con una anotación ridícula. La última vez que la ÑBA anotó 52  puntos en un partido, la Duquesa de Alba tenía su himen intacto. Fíjense si ha llovido desde entonces. Y eso ha ocurrido porque el baloncesto patrio está en manos de dos papanatas sin parangón en el mundo del deporte.

Del señor Saez con sus formas chulescas y prepotentes sólo se puede decir que sus ansias de protagonista le pierden. Él que es un hombre capaz de cargarse al entrenador que nos hizo campeones del mundo porque leía un periódico diferente al suyo. Se endiosó tanto que se convenció de que cualquier técnico de medio pelo podría seguir conquistando el Olimpo. Tipejo caprichoso no ha dudado en dejar a la Capital de la Costa del Sol, donde hay más afición al deporte de la canasta, sin Eurobasket y Mundial. . Dolía ver como el público de Madrid era incapaz de provocar el miedo escénico en los franceses. A muchos nos vino a la mente el Carpena hecho olla a presión para batir al enemigo. En defensa de los espectadores de la capital del Reino hay que decir que había más invitados que público de verdad. Y de los derechos televisivos vendidos a la incalificable Mediaset ni hablamos. Eso también corresponde al debe del Presidente de la RFEB.

Del señor Orenga no hay que decir demasiado. La culpa es de quien lo puso, es decir, del sevillano. Sus números hablan por sí mismos; no ha sido capaz de ganar en ningún final igualado. Redujo las rotaciones a 9 hombres dejando a uno de los mejores reboteadores de la historia de nuestro baloncesto en el banquillo.   Les hablo de Felipe Reyes cuyos cojones son tan inmensos que si alguien quisiera darles la vuelta al mundo tardaría 50 años luz. Postergó a Claver y al que dicen será el sustituto natural de Navarro, Abrines. Sin experiencia internacional. Sin ningún talento reconocido para liderar hombres cuajados, nos deja una frase para la posteridad: “Le damos el balón a Claver en esta posición, no ganaremos pero les sorprenderemos”. Y vaya si ha sorprendido al mundo con su cretinismo galopante.

Lo más triste es que la derrota española ha sido recibida con alegría en todo el mundo. Nos tenían ganas por haber ganado tantos campeonatos. Nuestros jugadores deberían haber tenido un líder que les recordara aquella frase del mítico jugador céltico. Y es que siempre hay alguien que entrena más duro porque tiene más hambre y está dispuesto a pagar ese alto precio. El éxito, sencillamente, no hace visitas a domicilio. Hay que trabajar duro hasta sudar sangre. Sí, nos han ganado pero hay que empezar a pensar en vengarnos y eso pasa, obviamente, por deshacernos de Saez y Orenga. Yo hago votos para que  la pareja se vaya a esparragar adonde Cristo pegó las tres voces.  Allá podrán “desintoxicarse” por el resto de la eternidad como más les plazca. España no llorará la ausencia de estos dos papanatas.


Sergio Calle Llorens

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