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jueves, 4 de septiembre de 2014

LA DESTRIPADORA


La primera víctima fue Mary Anne Nicholes que encontró la fría navaja del asesino en la madrugada del 31 de agosto de 1888. Todo ocurrió en la sucia Buck’s Raw. Precisamente hace una semana una amiga eslava, amante de las historias truculentas, me regaló, aprovechando el aniversario, el libro de John Morris-  Jack the Ripper-The hand of a woman- Lo hizo depositando el libro en mi domicilio, de madrugada, junto a una carta escrita en un estilo algo críptico para los profanos en la materia. Sin duda, mi compañera en las querencias del misterio trataba de probar que su teoría no era- El destripador se escondía tras el rostro de una mujer.- después de todo, tan descabellada.

 Jack the Ripper era Elizabeth Williams, Lizzie para los amigos, esposa de uno de los más famosos sospechosos de cometer los crímenes; el doctor William Gull. Al parecer, su incapacidad para concebir hijos junto a las infidelidades de su marido terminaron por volverla loca. Recordemos que una de las obsesiones del asesino más famoso del mundo era destripar las vísceras de sus víctimas, entre ellas, el útero.

Una cosa es cierta, una mujer hubiera pasado inadvertida por las calles de Whitechapel en aquellos días. Además, la sospechosa era la mujer de un galeno del cual podría haber aprendido las técnicas de disección. Por otra parte, ninguna de las víctimas sufrió agresión sexual alguna. Es más, en los escenarios de los crímenes hubo ciertos detalles que apuntan a una mano femenina. En el asesinato de Annie Chapman los objetos personales de la prostituta aparecieron colocados de forma delicada, y bajo sus pies. Junto al cuerpo de Catherine Eddowes se encontraron tres botones ensangrentados que pertenecían a un botín de mujer. En la escena del crimen de Mary Kelly, y más concretamente en la chimenea, se encontraron restos de ropa cara de mujer que no eran de la guapa irlandesa. Esta meretriz habría, según esta teoría tenido una aventura amorosa con el doctor William Gull, médico de la reina Victoria, lo que provocó la ira de su mujer. Su motivación era vengarse de las mujeres que abortaban los hijos que ella no podía tener y, por si fuera poco motivo, disfrutaban de los maridos que no eran suyos. Esta teoría es apoyada por unas muestras de ADN femenino encontrado en una carta que se atribuye a Jack el Destripador. El mismísimo inspector Frederick Abberline fue el primero que apuntó a una mujer tras el asesino de Mary Kelly. Lo hizo en una conversación con su mentor, el doctor Thomas Dutton. Después de todo, toda la policía de Londres buscaba a un hombre y, la asesina se habría movido sin ningún problema por las calles sucias de Whitechapel.



He de reconocer que estoy disfrutando con el libro aunque, ciertamente, mi sospechoso número uno sigue siendo Druitt que se suicidó, o lo suicidaron, semanas después de cometerse el último crimen del destripador. Reconozco que la teoría es muy sugerente pero, de momento, mi amiga eslava tendrá que esperar a una nueva reunión de nuestro club de misterio para darle una conclusión más definitiva. Hasta entonces, sólo me quedo con esa investigación de un equipo de criminólogos en la que aseguraban que el asesino, o asesina, vivía entre las calles Dean y Flower. La pregunta que formulo es la siguiente: ¿Tenía el doctor Gull una consulta en Whitechapel donde practicaba abortos clandestinos? La respuesta a Helena tendrá lugar el 8 de septiembre, aniversario de la muerte de una de las víctimas del destripador: Annie Chapman. La noche, como vemos, sigue plagada de misterios.

Sergio Calle Llorens

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