El caso es que no he vuelto a escribir sobre el Málaga
porque no me ha parecido bien hasta que no se acercara el fin de la temporada. Ahora,
en cambio, con el equipo casi salvado, tomo mi pluma para defender a un gran técnico
como Schuster. En realidad, creo que soy uno de los pocos defensores del rubio
entrenador que le quedan a esta orilla del mediterráneo. No obstante, y a
riesgo de que me vuelvan a llover los insultos, quiero hablarles de Bernard.
Puede que pise todos los charcos. Puede que sus maneras no
sean las adecuadas. Incluso puede que sea demasiado tudesco en la forma de
dirigirse al personal, pero me gusta su fina ironía que aquí nadie parece
entender. Y es que para comprenderla, hay que tener algo de inteligencia en la
cabeza. No es de extrañar que esa pandilla de patanes que escribe sobre
deportes en Málaga, no se entere de nada cuando Bernard habla, pero sólo a la
madre naturaleza se puede culpar de sus limitaciones intelectuales. El problema
es que los supuestos periodistas no soportan que un técnico no baile al son de
su desentonada melodía. Desconfíen de todos aquellos que hablan bien de un
jugador o de un técnico, porque lo que esconde la realidad es que el alabado le
ríe las gracietas al informador.
En Málaga, como ocurren en el resto de España, confundimos
presencia en el trabajo con rendimiento y, también, simpatía con
profesionalidad. Y así nos va. Schuster es un tipo honesto, malencarado, borde
pero que sabe más del deporte rey que todos los mamarrachos que se dedican a
desinformar sobre deportes en esta bendita tierra. Habría que preguntarse; ¿con
quién coño han empatado estos palurdos para hablar de nada? ¿Cuántas Copas de
Europa han ganado? A no ser, claro está, que hoy esté al alza haber participado
en el prestigioso torneo internacional de Solteros contra Casados que, por
supuesto, perdieron.
Seamos serios de una vez; ha pasado un año desde que
al Málaga C.F lo sancionaran en Europa, y ni uno de esos palurdos ha escrito
una sola línea que valga la pena. Ni siquiera un artículito para llevarnos a la
boca sobre los que movieron los hilos para desterrar al club. Hasta mi abuela Ernestina sabía más de fútbol. Con lo fácil que
hubiera sido ir a Escocia y tirar de la manta, o al menos a Sevilla o a Madrid.
Pero eso es como pedir que un socialista andaluz no robe. Así que desde esta
tribuna quiero lamentar la marcha de Bernard Schuster, aunque bien pensado, no
está hecha la miel para la boca del asno.
¡Mil millones de gracias Mister!
Sergio Calle Llorens
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