En una reciente entrevista en televisión Julio Anguita hacía
suyas las palabras de un gran economista para afirmar que el capitalismo
moriría de éxito. Y tal vez tenga razón. Sin embargo, habría que recordarle que
en todos los países que han sufrido la experiencia comunista sólo se
puede hablar de fracaso consumado. Un comunismo que ha causado la muerte de 100
millones de almas en todo el planeta y que, empero, sigue intentando darnos
lecciones de economía de mercado y de derechos civiles.
Al mismo tiempo es un chiste de mal gusto que Raúl Castro
mencione la palabra libertad y derechos civiles en el funeral de Mandela. Especialmente
porque a esas mismas horas se producían más de cien detenciones de las Damas de
Blanco cubanas. Mujeres que para la izquierda española no dejan de ser un grupo
de zorras imperialistas.
El problema de los comunistas, como de cualquier ideología
dictatorial, es que nunca reconocen un error. En toda la historia, no
encontraremos ni un sólo caso en el que sus dirigentes asuman un fallo propio. Cuando
hay falta de libertad en una sociedad sus dirigentes realizan una declaración
falsa, a sabiendas de que la es, y se mantienen en sus trece y siempre negarán la
verdad. Desde Stalin, pasando por Pol Pot, Pinochet o Castro, todo responde a
una misma forma de actuar totalitaria.
Anguita al que da gusto escuchar hablar, se le notan
demasiado este tipo de cristalizaciones ideológicas que le impiden asumir que
el comunismo es un bello sueño que siempre acaba en pesadilla. También afirmó
que si llegara al gobierno, haría cumplir la constitución. En verdad, nadie
podría creerse que su propia formación política le permitiera intervenir a las
comunidades autónomas que no cumplan el déficit o, incluso, suspender a
aquellas que toman decisiones contra el interés general. Por no hablar de aquel
precepto constitucional en el que se establece que las fuerzas armadas están
para defender la unidad nacional. Así que debería dejar los cuentos de hadas
para otra ocasión.
También dijo que estaba muy orgulloso de Cayo Lara del que
afirmaba, se preparaba mucho las intervenciones. Toma, y Celia Villalobos, y ahí
están los resultados. Yo mismo, me preparaba a conciencia los exámenes de
dibujo técnico para luego escuchar al profesor decir: “aquí tenéis la prueba de
vuestro compañero, pues bien, así es como no se hace”. Una cosa es la voluntad
y otra la habilidad de cada cual, porque no todo el mundo puede pintar todos los días la Capilla Sixtina. Se
trata de talento, y de eso, Cayo Lara, desgraciadamente, carece por
completo.
¡No permitan que les den por ahí!
Sergio Calle Llorens
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