El proyecto de Ley de la Acción y del Servicio
Exterior del Estado, el principal texto legislativo del gran Ministro de
Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo delimita, y de que forma, las
actividades de las comunidades autónomas en el exterior. Incluso establece que
el gobierno de una taifa debe comunicar cualquier visita al exterior al
Ministerio que preside el señor Margallo. Incluso, si una autonomía no cumple
con la Ley Presupuestaria
y Sostenibilidad Financiera, limitará la acción de esas autonomías con alma de
países. Como ven, estamos ante una gran ley, si se confirma el borrador, que
pone algo de cordura al guirigay nacional de representación en el exterior de
nuestras fronteras.
La ley ha provocado que los nacionalistas
pongan el grito en el cielo. Unos hablan de que se impedirá luchar contra el
hambre, y que habrá menos solidaridad por parte de estas embajaditas regionales
fuera de nuestras fronteras. El PNV incluso llega a afirmar que “el rol de las
CCAA no puede ser la de mero sujeto pasivo de la estrategia exterior fijada por
el poder central”. En este punto he de corregir a los nacionalistas vascos, ya
que el rol de las CCAA no es nunca la representación en el exterior pues, ni
son países, ni lo han sido nunca.
IU, por su parte, presentó un texto alternativo en el que, además de evitar
menciones expresas al Rey como Jefe de Estado, pretende que el gobierno
consulte con las Cortes los nombramientos de embajadores. Los comunistas, como
siempre, con sus fantasías de mentes totalitarias que pretenden, tal vez, que
el número 1 de los españoles sea el señor Valderas. Por no hablar de que si es
aceptada su propuesta, los embajadores podrían ser personas cuya experiencia en
las relaciones internacionales, es la misma que la de Falete con la moda de
Milán. De esta manera, Cayo Lara vería cumplido su sueño de ser embajador en la
dictadura criminal cubana y, el paupérrimo Llamazares haría lo propio en la República Bolivariana
de Venezuela. Es evidente que la formación de izquierdas, demuestra, a cada
paso, que es una segregadora de lágrimas ya sea pactando con ETA en el País
Vasco o con sus chascarrillos de taberna. El caso es que nos hacen llorar
siempre.
La ley Margallo es buena aunque, en mi
opinión, se queda corta pues hay que ponerle un candando a todas las representaciones
autonómicas en el extranjero. Sin embargo, el gobierno del paralizado Rajoy no
llevará la cosa más allá a pesar de su mayoría aplastante en el congreso. Es de
agradecer, de cualquier forma, que el nieto del general Juan García Margallo
Capitán del Regimiento de Caballería Acorazado Alcántara fallecido heroicamente
durante la guerra del Rif, haya tenido los arrestos de llevar al congreso su
ley. En definitiva, somos más los españoles que estamos hartos de que haya
embajadas autonómicas fuera de España. Margallo, sencillamente, ha obrado en
consecuencia. Los rebuznos de la Sexta
Noticia son la prueba fehaciente de que es un gran paso para
acabar con las gansadas del estado de las autonosuyas.
Sergio Calle Llorens
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