Todo el mundo se lleva las manos a la cabeza ante la burda
utilización de los niños en un reportaje de TV3 sobre la imposible
independencia de Cataluña. La verdad es que el asunto tiene mandanga, pero no
son los únicos en la utilización parcial
de esos seres bajitos. En Andalucía, sin ir más lejos, llevan años usando a
unos niños muy graciosos para demostrar al mundo que los andaluces carecen de
cerebro. También se usa a los bambinos para defender la salvajada del toro de
Torrelavega. En otras palabras, la gente más descerebrada utiliza a los niños
antes de que puedan comenzar a pensar sin ayuda. Eso explica, en parte, que
haya gente como María Antonia Iglesias en el mundo. En mi opinión, a los niños
no hay que enseñarles a pensar de una determinada manera, sino a pensar
simplemente.
Supongo que lo que
más ha dolido del reportaje de TV3 ha sido el lenguaje bélico usado por unas
criaturas que apenas conocen que el “Ebro nace en tierras extrañas”. Esos niños
que, una vez criaditos, prohibirán que los equipos de cualquier televisión
graben cualquier episodio en Cataluña que venga a demostrar que la historia que
le contaron sus mayores la escribieron una pandilla de papanatas. Algo que ha
ocurrido recientemente con la grabación de la serie Isabel la Católica en el palacio
del Tinell. Se trata de demostrar cierta aquella frase de Vargas Llosa: “el
nacionalismo es como volver a la tribu”. Lo que pasa es que se les ha ido de
las manos el adoctrinamiento infantil de los niños de los nacionalistas y,
ahora Cataluña se acerca peligrosamente a Atapuerca.
La televisión es algo muy peligroso y, mucho más, cuando hay
niños delante. Yo, que soy hombre precavido, jamás dejo que mis vástagos vean
Canal Sur televisión. Defiendo, como saben, que la estupidez es contagiosa y
quiero protegerles todo lo que pueda. Mi intención es que desarrollen un
espíritu crítico ante los cretinos que tendrán que aguantar en el futuro.
Invierto mi tiempo en ellos antes de dejarles solos ante la caja tonta que en
Andalucía se la conoce como la mentirosa. Yo no la tengo sintonizada pero mi
aparato de televisión que es muy listo, la pilla sin que yo se lo pida. En uno
de esos días en los que yo hacía zapping, una mujer de Cádiz cuya salud mental
dejaba mucho que desear, afirmó en “La Nuestra ” que el gobierno de Rajoy iba a prohibir
los tacones en navidad para que no subiera el conejo. Lo peor no fue la frase
en sí, sino las carcajadas andaluzas que siguieron al chiste. A veces pienso que los
vientos gaditanos son tan fuertes que llevan a la gente a la locura.
Si malos vientos nos llegan de la tacita y su provincia, de
Cataluña arriban efluvios de una locura galopante y torticera; el nacionalismo.
Con lo fácil que sería que leyeran a Pla y se dejaran de sediciones y de
enseñanza de odio hacia España. Deberían saber que de esta patria común han
nacido cosas muy buenas, además de la Paella.
Les hablo del sábado que fue creado, aunque ustedes no lo
crean, por un liberado sindical español enganchado al marisco. En cualquier
caso, el único consejo que puedo darles es que no permitan a sus hijos el
contacto visual con la televisión donde pululan los personajes más lerdos del
planeta. No vaya a ser que un día le pasé como a mi amigo Álvaro que cuando su
mujer le dijo; “Cariño, tengo una falta”, él contestó entusiasmado; “la tiro
yo, la tiro yo”. Y es que entre los programas de balónpie de la peor liga del
mundo, y las locuras de las teles autonómicas, el futuro se nos antoja
ciertamente negro.
Sergio Calle Llorens
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