Cuando los romanos juraban decir la verdad se apretaban los
testículos con la mano derecha. De esta costumbre viene la palabra testificar.
La comparecencia del Presidente Rajoy para explicar el caso Barcenas tenía
mucho de ello. De la misma llego a tres conclusiones fundamentales; la primera
es que todos los partidos se han financiado ilegalmente desde la transición. La
segunda es que Rajoy debería dimitir por ser responsable de los pagos en b a su
gente. La tercera es que la oposición ha hecho literalmente el ridículo.
Contemplar a Rubalcaba desde la tribuna con esas carnes
flácidas pidiendo la dimisión del Presidente mientras calla los ERE de
Andalucía, no deja de ser una broma pesada si no fuera, claro está, porque la
pobreza del socialismo andaluz ha sido una fábrica constante de parásitos y
aduladores indescriptiblemente repugnantes. Especialmente cuando IU deja que la
secta del capullo se apoye en su tarima que, a menudo, es la fortaleza de la
ignorancia. Pedir la dimisión y defender a Griñán sólo lo pueden apoyar los
fanáticos que entienden la democracia cuando ellos gobiernan.
En cualquier caso, el caso Barcenas es a lo único que se
pueden agarrar porque saben que el paro ha bajado y la venta de coches empieza
a recuperarse. Temen que el crepúsculo acuoso y amarillento que tanto predecían
no llega a producirse jamás. Ahora apenas vislumbran unas nubes blancas sobre
la vieja piel de toro, recortando la silueta del edificio de un futuro mejor.
Entonces tiemblan sabiendo que España no va a ser rescatada como hace un año.
Ahora se empieza a intuir la luz a final del túnel y, como sea, tienen que
incendiar la calle al precio que sea, llevándose todo por delante si es
necesario. Ellos no quieren testificar a la manera romana, lo harán a la manera
socialista de agarrar a los españoles por los mismísimos con tal de desalojar
al partido cuya victoria en las últimas elecciones generales lo consideran una
anomalía electoral.
Entre los delirios de silencio del Presidente Rajoy y las
entradas de caballo siciliano de Rubalcaba, yo habría optado por un candidato
con una hoja de servicios impoluta para destronar al jefe del ejecutivo, pero
ni Rosa Díez con su pasado socialista de los peores años, ni Durán i Lleida con
su partido condenado por financiación irregular, ni Cayo Lara con su formación
tapando los escándalos andaluces, suponen una alternativa creíble. Están
caducos y mucho más tocados de lo que pensaba. Son personajes de novela poco
normales en el sentido francés de la palabra. Puede que en su anormalidad
decidan presentar una moción de censura, pero no lo creo, sencillamente han
perdido una nueva batalla, con Barcenas o sin él. ¡Y es que no se puede ser más
torpe!
Sergio Calle Llorens
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