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sábado, 3 de agosto de 2013

GIBRALTAR


Mi tiempo viviendo con los anglos me hicieron fervorosamente anglófilo. Soy, por tanto, un gran defensor de las buenas relaciones entre España y Gran Bretaña. Hablo el inglés como si fuera mi lengua y, aunque a algunos les parezca mentira, uso la parla de Shakespeare a diario y con mucho gusto. Además, tengo varios conocidos llanitos que son, aunque no quieran, más españoles que Manolo Escobar. Todo este bagaje cultural y personal me colocó en una posición alejada de la trinchera belicista en relación con el contencioso de la colonia. Empero, desde que el Presidente de Payasos sin Frontera, señor Moratinos, decidiese saltarse a la torera 300 años de presión española con la Roca, otorgando voz a los gibraltareños en las cumbres hispano-británicas, mi posición cambió radicalmente.

Desde el cobarde de Moratinos, sólo puedo apoyar a partidos políticos o asociaciones que defiendan la recuperación de esa tierra española. Nuestra política exterior debe orientarse a hacer efectivo el tratado de Utrecht con el objeto de que Londres devuelva lo que nos pertenece. Deben  saber que hoy España despierta muchas simpatías en el Reino Unido y, cada vez son más las voces que defienden un acuerdo entre ambas partes, pues “los cangrejos de roca” como ellos llaman a los llanitos, no pueden ser un obstáculo a los miles de asuntos en los que ambas naciones deben ir de la mano en la UE.

Hasta el momento en el que Londres abandone Gibraltar, nuestros vecinos serán un constante quebradero de cabeza. Sin embargo, podemos aprovecharnos de su estatus para ponerles de rodilla. En ese sentido, España puede triplicar los controles en la frontera a diario para hacerles incómoda la vida. Implantar un peaje en la frontera como impuesto de compensación por las actividades contaminantes de los llanitos. Un peaje que sirva para compensar a aquellos españoles que seguramente perderían sus trabajos por la presión española. También se debe establecer un peaje prohibitivo desde Gibraltar a San Roque. Por último, España debe alterar su política de agua, teléfonos y electricidad para ser inviable la vida de la colonia. Finalmente, pero no menos importante, sería la creación de una zona Franca en esta zona de la provincia de Cádiz para hacerles la competencia. La última medida sería no permitir que ningún avión con destino a la colonia pudiese sobrevolar nuestro territorio.

Gibraltar, se quiera o no se quiera, es España y no puede subsistir sin nuestro consentimiento. Hasta ahora todos los intentos de recuperar han sido en vano porque negociábamos en una posición de debilidad que el ministro Margallo se ha encargado de dinamitar con su cambio de política. Ayudaría, eso sí, que el patético gobierno de Andalucía ayudara un poquito en la lucha en vez de apoyar causas ajenas y distantes en otros continentes. Estaría bien que el “enemigo número 1 del imperialismo”, otrora butanero, alzase la voz para denunciar lo acrónico de la colonia. En verdad, no hace mucho que la secta del capullo organizaba paellas en la verja para protestar por la llegada de submarino nucleares, y ahora en compañía de IU tienen una oportunidad única para arrimar el hombro, a no ser que consideren lo de recuperar Gibraltar una cosa de fachas con mucho tiempo libre. ¿O no?

Sergio Calle Llorens

1 comentario:

  1. Muy bueno tu artículo, ojalá el G. Central tomara nota e hiciera lo que todos como tú deseamos. La política de luz, agua teléfonos espacio aéreo y servicios sanitarios pueden pedirle a Marruecos que se las concedan y además gratis, como los servicios sanitarios, que jamas cobramos.
    Saludos

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