El maestro del suspense comenzó la producción de Vértigo, un
film basado en una novela de los escritores franceses Boileau y Norcejaç, a
mediados de los cincuenta, por ser los autores de la obra que sirvió como
argumento a la célebre película de Clouzot, las Diabólicas. El director la
llamó en principio from among the dead, traducción literal del francés de la
obra D´entre les morts.
La película comienza con dos policías persiguiendo a un
delincuente por los tejados de San Francisco. Uno de ellos resbala y queda
colgado a una gran altura. Su compañero al tratar de salvarle, pierde el
equilibrio y cae al vacío. Desde entonces sufrirá acrofobia- miedo a las
alturas. Desde entonces una amiga suya, la pintora Midge ( Barbara Bel Geddes),
le cuida y trata que supere su fobia. Hasta que un día un antiguo compañero de
clase, casado ahora con una rica heredera de astilleros, le propone que
investigue a su mujer. Gavin Elster que así se llama el compañero de Scottie,
afirma que su mujer Madelaine vive una doble existencia, pues es poseída a
veces por el espíritu de un fantasma, una antepasada de nombre Carlota Valdés,
que vivió a mitad del siglo XIX. Madelaine interpretada por la explosiva Kim Novak hará caer al ex policía bajo su
hechizo. Ésta da vueltas por la ciudad y suele parar en un museo donde
contempla el retrato de su antepasado.
La primera parte del film es un
recorrido por la arquitectura de San Francisco: La misión Dolores y su
cementerio, Golden Gate park, State National Park. Esta evocación del pasado enlaza
con la mirada de Madelaine que parece estar atrapada en tiempos pretéritos.
Además el maestro nos la muestra en diferentes escenas que la sitúan dentro de
un cuadro o reflejada en un espejo. El parecido es muy grande. Todas las
secuencias están llenas de una atmosfera fantasmal y onírica. Una de mis
escenas favoritas es cuando Madelaine visita un hotel antigua residencia de
Carlota. Poco a poco Scottie va cayendo en sus garras. Parece hipnotizado por
la mujer de su amigo que aparece en todas las escenas sin prácticamente abrir
la boca. Él la desea, pero parece hacer un ejercicio de necrofilia, pues todo
indica que la mujer está, de alguna manera, muerta. Kim Novak afirmó en una
entrevista en 1981 James Stewart estaba enamorado de un sueño, de una mujer que
no existió nunca. Creía estar enamorado de una mujer que estaba muerta, pero en
verdad aquello de lo que se había enamorado era un sueño. Tal vez todos hayamos
estamos enamorados de mujeres que sólo existen en nuestra imaginación.
Fuera lo que fuese lo que deseaba Scottie, el caso es que
cuando Madelaine se lanza a la bahía de San Franciso, Scottie se lanza al agua para salvarla. Por
fin la carga erótica que subyace se consuma de algún modo. Es el primer
contacto físico entre los protagonistas. El cuerpo de ella mojado y él la
sostiene a la altura de los pechos. Más tarde la volvemos a ver en caso de
Scottie, pero ahora desnuda en su cama. Él la ha desnudado, la ha visto
desnuda. Porque no ha podido resistirse, tal vez la fuerza de la película resida
en el hecho de que no se trata exclusivamente de una conspiración criminal,
sino que es una historia de amor. Ella lo llevará su mundo secreto y extraño:
La misión colonial de tiempos de los españoles, la de San Juan Bautista, donde
al parecer rezaba su antepasado. Es aquí donde le confiesa que Carlota tiene un
gran poder sobre ella, especialmente en la vieja misión, y como siente deseos
de quitarse la vida. Algo que parece lograr un día cuando empujada por sus
propios fantasmas, sube al campanario y se lanza por él, sin que Scottie pueda
hacer nada por salvarla. Comienza entonces la segunda parte del film donde
Stewart encuentra a una muchacha que tiene gran parecido con Madelaine, Judy.
El maestro nos muestra lo que había acontecido en la misión con un flashbacks en el que podemos ver la farsa
criminal. Comienza una relación entre Scottie y Judy, el ex policía trata de
vestirla como Madelaine, como queriendo recrear a esa mujer que le había
hechizado. El espectador se pregunta si podrá vencer el amor a la muerte y a la
mentira, si confesará Judy o si será descubierta. La película nos hace
reflexionar sobre la insignificancia del destino, del poco tiempo que tenemos
para vivir. Porque la muerte es el gran tema de Vértigo como también lo es en
Rebecca o en Psicosis.
La verdad es que muchos años después de ver por primera vez
esa película me sigo preguntando si Scottie está enamorado de Carlota o de
Madelaine, porque aunque su amor imaginario muere, el ex policía consigue
traerla del más allá recreándola. Le cambia la ropa, el peinado y controla su
vida hasta el último detalle, como hacía Hitchcock con sus actrices. Lo que sí
tengo claro que el maestro del suspense nos presenta una historia de amor
fantasmagórico, un auténtico vértigo hacia una mujer que habita en la frontera
entre los vivos y los muertos, como muy bien nos recuerda el director
presentándola con una luz mortecina que acompaña a Madelaine en ocasiones.
Curiosamente, la película fue un fracaso comercial y crítico, que llegó a
calificarse en Estados Unidos de demasiado esotérica. En la actualidad, está
considerada una obra maestra y uno de las mejores películas de todos los
tiempos de visión obligada para los amantes del buen cine.
Sergio Calle Llorens
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