Cuando las hojas del calendario se sitúan en el umbral de la
navidad, recuerdo el Christmas Carol de Charles Dickens. Una alegoría sobre la
vida y la muerte. El libro está dividido en cinco secciones en las que
diferentes fantasmas se aparecen al rácano protagonista de la novela, el señor
Scrooge. El fantasma de las navidades pasadas, con su cabeza brillante,
representa la memoria; el fantasma de las navidades presentes simboliza la
caridad y el espíritu navideño; finalmente, el fantasma de las navidades todavía
por venir viene a significar el miedo a la muerte, inherente a todo ser humano.
El grito de Scrooge, Humbag, que en español se ha traducido como paparruchas, comprende
el egoísmo y la indiferencia por el sufrimiento de los demás.
Con cada fantasma la historia funciona como una efectiva
parábola. El cuento de navidad avanza junto con los ideales de la moral
cristiana; generosidad, amor universal, amabilidad, pero también establece un
punto de vista del cristianismo basado en jubilosas tradiciones en vez de ceremonias
religiosas solemnes. También el libro contiene un mensaje político evidente con
el retrato de la familia Cratchit; honrados trabajadores que sufren por un
sistema que los lleva a la indigencia. Sólo el fantasma de las navidades
futuras revelará a Scrooge la muerte del pobre Tiny Tim. A través del niño, Scrooge encuentra su redención como hombre, y a paso , se aleja de la condena eterna.
Con Christmas Carol, Dickens espera ilustrar como una
persona vil como Scrooge puede ser transformada en un ser generoso y bueno. Las
visitas de los tres fantasmas harán que el personaje aprenda, de nuevo, el
significado de la empatía. La memoria le permite recordar que hubo un tiempo en
el que él también estuvo conectado a los demás.
A veces fantaseo con la idea de que el señor Griñán
recibiera la visita de los fantasmas del cuento de navidad de Dickens. El de
las navidades pasadas le recordaría que su padre fue un escolta de Franco y
que, por mucho que se empeñe, los demás también tenemos memoria. En otras
navidades, también pasadas, el espectro le haría ver su promesa de una autonomía
de primera para acabar con el paro, pero lo que hicieron fue cargarse a
Escuredo cuando González franqueó la
Moncloa , otro edificio encantado. El fantasma de las
navidades presentes le mostraría que, como antaño, nos hablan del pleno empleo,
de desarrollo y de educación de calidad. También como entonces, ninguna autocrítica, ninguna empatía con el pueblo al que llevan
robando tres décadas, el mismo que no ha visto resultado positivo a sus políticas
loquinarias. Tal vez, el espíritu de las navidades futuras pueda convertir al
socialista en una persona buena, en alguien capaz de sentir compasión por todos
aquellos que no tienen el carnet del partido. Puede que, incluso, ver su propia
tumba sin flores, junto a la de los socialistas andaluces, le parta el ánimo. En
ambas sepulturas, el pueblo andaluz le habrá colocado este epitafio: “ A los
socialistas, en eterno agradecimiento por haberse ido de este mundo tras
cuarenta años de fechorías”.
Me temo que el señor Griñán no tendrá el talento, ni el
corazón, que tuvo Scrooge para reconocer el inmenso daño que está haciendo en
vida. Pero un día, no muy lejano, un heraldo de muerte vendrá a visitarle. Ya
no tendrá tiempo de expiar sus culpas. Morirá un pobre hombre y, aunque le
pese, no tendrá tiempo de decir aquello
de paparruchas.
Sergio Calle Llorens
Absolutamente brillante querido Sergio al jugar con las palabras y comparar un cuento de navidad y llevarlo a tu terreno. Eres un maestro.
ResponderEliminarLydia
Me encantas campeón.
ResponderEliminarSusana Bonnemaison