Escribo estas
líneas cuando veo desfilar a una ingente masa humana pidiendo la
independencia de Cataluña por las calles de Barcelona. Entre ellos,
los dirigentes más catalanistas del PSC. Piden ser un estado propio
porque no son capaces de influir en Madrid, lo cual es una verdad a
medias. Pero si no son capaces de influir en el estado al cual, por
cierto, siempre han pertenecido, cómo podrían hacerlo en la gran
Europa. Tampoco podrán explicar jamás como la burguesía catalana
que abrazó a Franco y tenía en España un mercado protegido, es
decir, que el resto de españoles estaban obligados a comprar
productos catalanes, se haya vuelto independentista. En mi opinión,
buena parte de la deriva nacionalista en nuestra vieja y cansada piel
de toro viene como consecuencia de un error histórico cometido por
los socialistas; la cesión de las competencias de educación a las
comunidades autónomas Un escenario que ha dado lugar a que las regiones se hayan inventado su propia historia. Así que hoy es un buen día para contarles
algunos de los errores históricos en la historia secreta del PSOE.
Los
socialistas mantienen que la colaboración de los suyos con la
Dictadura de Primo de Rivera se debió a una estrategia del PSOE para
conseguir una posición hegemónica en el movimiento obrero. Por eso,
la ejecutiva socialista votó a favor de la colaboración con el
dictador con un 90% de apoyo. El resultado fue una participación
masiva en las instituciones que creó el nuevo régimen. El mismísimo
Largo Caballero fue vocal en el Consejo de Estado No fue el único
que tuvo puesto tan importante. Desde entonces, el movimiento obrero
ha sido controlado por el PSOE y la UGT. Para los del capullo, el fin
justificaba los medios, y no dudaron en colaborar con Miguel Primo de
Rivera durante el sexenio 1923-1929. Años en los que el dictador
persiguió duramente al movimiento anarquista. Un asunto en nada
baladí que permitió mantener fuera de juego al PCE y a los sindicatos CNT y
la FAI. No es de extrañar que los comunistas tan sólo obtuvieran un
diputado en las cortes republicanas en 1933. Ni siquiera se libraron de
persecución, los conservadores y los liberales que, aunque no se
suele decir, fueron borrados del mapa. Tampoco se suele comentar que
la legislación social de la época fue inspirada por los
socialistas. No es extraño que Indalecio Prieto dijera de Primo de
Rivera era un “dictador sin muertos”, y que “¡ojalá todas las
dictaduras fueran como la suya!”, como no podía ser de otra
manera. Sin embargo, con la poca vergüenza que les caracteriza, el
15 de abril de 1936, varios diputados socialistas criticaron con
todas sus fuerzas al Marqués de Estella. Calvo Sotelo tuvo entonces
que recordar la colaboración socialista con la Dictadura. El
ambiente se caldeó, pero el político conservador se había limitado
a recordar los hechos que son los expuestos en las líneas
precedentes. Un tiempo en el que los afiliados socialistas y su
sindicato amigo cobraron sueldos y dietas millonarios. Huelga decir
que este episodio vergonzante para los socialistas no es mencionado
en la historia dulce que nos presentan los de la rosa. Incluso han
llegado a olvidar aquellas reuniones entre Miguel Primo de Rivera y
el dirigente de la UGT, Manuel Llaneza.
Otro error
histórico cometido por los socialistas fue el fracaso socialista a
la hora de impedir el fraude electoral cometido en febrero de 1936 a
favor del Frente Popular, a pesar de que el presidente de la comisión
electoral era el mismísimo Indalecio Prieto. Un fraude que terminó
en la dimisión del ex presidente de la
república española, Niceto Alcala Zamora, y del que en sus memorias afirmaba haber alcanzado los 82 escaños.
Poco tiempo
después los socialistas cometieron un error mucho más grave al no
entrar en el gobierno en el Frente Popular, como hubiera deseado
Indalecio Prieto, porque de haberlo hecho, habría tomado la medida
de bloquear el estrecho y parar el golpe de los militares en julio de
1936. Al contrario de lo que la inmensa mayoría piensa, de los 21
generales de división en activo, tan sólo cuatro ses adhirieron al
movimiento; Cabanellas, Franco, Goded y Queipo de Llano.
Una vez
recuperada la democracia, el PSOE llegó al poder legítimamente. Los
primeros años fueron una luz de esperanza que acabaron en pesadilla
por la corrupción, el paro y la guerra sucia contra ETA. Luego
arribó ZP y los socialistas vivieron una etapa llena de indignidad y
de fracaso moral sin precedentes. La negociación con ETA, la reforma
de los estatutos, la deriva nacionalista del PSC culminaron con la
eliminación del techo de gastos de las autonomías. El resultado es
una crisis política que terminarán por pagar nuestros bisnietos. La
España de las autonomías ha sido un fracaso sin paliativos con la
creación de 17 miniestados insolidarios y provincianos. Un fracaso
que también es responsabilidad de los populares por su incompetencia
y su cobardía. Necesitamos, pues, un verdadero partido liberal que
abogue por una España de ciudadanos con igualdad de derechos y no,
como ocurre ahora, con un país donde algunos, por el mero hecho de
vivir en determinados territorios, tienen más derechos que otros.
Puede que para entonces, la ciudadanía haya aprendido a no apoyar con el partido que prometió cien años de honradez pero no dijo
cuando empezaba.
Sergio Calle Llorens
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