El otro día entró María Gámez en
una cafetería y no la reconocí, no me culpen, el demonio suele
tomar diferentes formas para confundirnos. El caso es que mientras
contemplaba el rostro de Satanás, un amigo me llamó para pedirme
consejo sentimental. Al parecer, lleva medio año saliendo con una
mujer con tres retoños. Afirma que es una hembra
bellísima y maravillosa. El problema es que sus hijos, diablillos
con edades que van desde los cinco a los diez, no ven con buenos ojos
su relación. En otras palabras, le desprecian y hacen todo lo
posible por “boicotear a Cupido”. Una vez que mi amigo me dio
todos los detalles, y tras analizar concienzudamente el problema, he
decidido dar consejo a todos aquellos hombres que estéis en la misma
situación.
Veréis, la gran mayoría de vosotros
creéis que los retoños son idiotas por no levantar un palmo del
suelo. Pensáis, equivocadamente, que una tarde con
ellos bastará para que los muy cabrones dejen en vuestras manos a la
única mujer que no les traicionará nunca. Y eso es tarea harto
difícil. Sin embargo, Casanovas de pacotilla- lo siento Alex-
cometéis todos los errores posibles que un niño no está dispuesto a
aceptar. La cosa suele ser más o menos así; llegáis cuan conquistadores al domicilio familiar gritando aquello de “Qué pasa chavales, y
pidiendo que le choquen esos cinco. Minutos después abris copas de
helado preguntando, otra vez, quién quiere degustar uno. Ahora que
tenéis a los enanos distraídos, aprovecháis el momento para meter
mano a la madre. Incluso si la cosa se alarga, trataréis de poseer a
la susodicha en cuanto los rapaces cierren los ojos.
En verdad, queridos amigos, ese es el
tipo de comportamiento que convence a los niños que el novio de mamá
es un auténtico gilipolla. Pensemos, aunque sea por un momento, que
a cualquier niño le encantan los helados. Es más, en toda la
historia de la humanidad, tan sólo María Gámez, por aquello de que
siempre vivió entre las llamas del infierno, dijo no a la ingestión
de un producto tan delicioso. Por eso al preguntar lo obvio, los niños
piensann que han acertado al catalogarte de auténtico lerdo. Sobre
todo, después de pasar la tarde chocando esos cinco como si fuesen
un equipo de baloncesto.
Por todo lo expuesto, debéis dejar de
portaros como si los niños fuesen retrasados mentales. No, no lo son. Además si
me apuráis, debéis dejar de actuar como si las criaturas no
supiesen que le regáis a sus madres la hierbabuena. Lo saben, no me
preguntéis cómo, pero lo saben. La mejor opción, por tanto, es la
naturalidad. No intentéis ser lo que no sois, y menos con los niños
que, como todos sabemos, conocen que una mariposa no es más que una
mosca tuneada. Y vosotros, moscones atraídos por el olor que
desprende una hembra lista para aparearse, sois fáciles de detectar.
Pero ya que estamos, queridos amigos,
si conseguís ganaros el respeto de esa pandilla de cabrones bajitos,
ahora también debéis seguir ciertas recomendaciones que seguir con
las madres de las criaturas. Recordad como al principio de la
relación, vuestra amada os mencionaba de pasada a sus hijos y, observaba por el rabillo del ojo vuestra reacción. Una vez superada
esa fase en la que la dona se convence de que no es relevante el
hecho de tener Kinder, debéis vencer una segunda etapa en la que,
con mucha paciencia, escucharéis los relatos sobrenaturales de la mamá. Ya sabéis, historias en las que sus hijos eran
capaces de aprender canciones de memoria con sólo siete meses de
vida, o los dibujos que hacen sus hijos en el cole superan en calidad artística a Picasso. Sí, ya sé que nadie en su sano juicio las creería,
pero por alguna razón desconocida, todo hombre que toca la
entrepierna a la mujer con su oreja adquiere poderes sobrenaturales para ella. Así que si la madre dice que el niño vuela o corre más
rápido que Usain Bolt., pues a callar y punto. Finalmente,
atravesaréis la última fase en la que ella saldrá con sus amigas y vosotros os quedaréis en casa al cuidado de sus vástagos. Para entonces,
ya habréis aprendido a maldecir el día en el que la conocistéis.
Sergio Calle Llorens
jajajaj.a absolutamente genial, me parto contigo.
ResponderEliminarSe me olvidaba mencionar que soy Laura.
ResponderEliminarYo no soy Laura, pero también me parece genial :-)
ResponderEliminarUn abrazo, tocayo. Ya hablaremos...