Escucho el torpe parloteo de la ministra Aguilar que imita a Lord Byron en el vestir pero con estilo chocarrero. Usa mucho la palabra mesa; poner sobre la mesa, tener sobre la mesa, dialogar en la mesa de negociaciones. Pero para muchos españoles el término mesa se asocia con el buen beber y el mejor yantar, algo que desde que gobiernan los socialistas ha quedado en quimera. También fue quimérico el intento de convertir a Córdoba en capital de la cultura europea en 2016 con alusiones a un pasado glorioso que ya nunca tornará, obviando su presente cicatero. Estaban tan convencidos de ganar que ni siquiera han reparado en que la ciudad de la mezquita no superó ni el primer corte en la votación de esta semana. Segovia, por poner un ejemplo, obtuvo más votos que la candidatura cordobesa. Los datos fríos no parecen importarles y toda la ciudad anda en pie de guerra contra San Sebastián. Ciudad gobernada por los amigos del tiro en la nuca. Zaragoza, que tampoco recabó muchos votos y es regida por el hombre que capturó a Roldán, también ha acusado al jurado que tomó la injusta decisión de actuar por motivos políticos. Puede que tengan algo de razón, no en vano muchos europeos septentrionales siguen viendo a España como un estado represor de vascos y catalanes. De ahí el apoyo a la ciudad vasca. Gentes que prefieren el pensamiento totalitario de Sabino Arana a la sabiduría de Séneca. Empero, habría que mirar hacia adentro y recordar aquella frase del filósofo cordobés.” La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy”. Y eso suele ocurrir mucho en las tierras del sur, por eso Córdoba ha perdido una oportunidad única de potenciar la cultura con mayúsculas. Recuerden como la noche en blanco se anunciaba con un cartel de una película de Esteso y Pajares. Ahora reaccionan con ira que es un acido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte. Harían mejor, por tanto en leer y cultivarse más. Porque siempre hay una segunda oportunidad y Córdoba lo merece. Espero que recuerden que los manjares de la mesa alimentan el cuerpo, y los encantos de su ciudad sustentan el alma. Solo hay que volver a llenar las bibliotecas para que todo cuadre. El escenario es perfecto pero fallan los actores principales y los guionistas. Una pena.
Sergio Calle Llorens
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